¿A cuántas pulsaciones nos late el corazón estando en reposo? ¿Cuántas calorías he consumido con 20 minutos de paseo? ¿Mi ciclo de sueño es el adecuado? ¿Cómo afectará esto a mi salud? Son preguntas que nos podemos hacer algún día a lo largo de nuestra vida, ya sea porque hemos visto una noticia en internet, porque un amigo/a se ha comprado el último applewatch y le mide hasta la cantidad de átomos que gana o pierde en función del ejercicio que hace. La cuestión es que gracias a la tecnología hoy podemos monitorizar nuestras funciones vitales como solo se podía soñar hace unos años, lo cual ofrece ciertas ventajas pero también ciertos riesgos.
Algunas de estas ventajas pueden ser el conseguir un mejor rendimiento deportivo, prevenir problemas de salud, mejorar en algunos hábitos que queramos potenciar o eliminar etc. Los riesgos empiezan a surgir cuando esta monitorización deja de llevarse a cabo con un fin específico, cuando lo empezamos a hacer por miedo a que nos ocurra algo malo pero que no se complemente con una supervisión médica o pasa a convertirse en una actividad que cada vez nos ocupa más tiempo y nos puede generar más frustración o ansiedad.
Un ejemplo aplicado de esto podría ser los problemas de ansiedad y el registro de la frecuencia cardíaca. Cuando sentimos ansiedad siempre se eleva la frecuencia cardíaca, es de hecho una de las características principales de la ansiedad. Si tenemos un móvil o un smartwatch que nos avisa de esto cuando experimentemos una respuesta de ansiedad elevada seguramente no vaya a aportarnos información nueva y relevante. Sin embargo nuestra frecuencia cardíaca puede variar debido a otras causas como ciertos procesos fisiológicos o esfuerzos físicos, en ese caso la alerta del móvil puede generarnos más preocupación, más ansiedad, por algo que bajo otras circunstancias sería completamente anodino y que probablemente ni nos daríamos cuenta. Nos estaríamos sensibilizando al incremento de nuestra frecuencia cardíaca y además lo estaríamos asociando a respuesta de ansiedad, lo cual genera una frecuencia aún mayor de la frecuencia cardíaca ¿Se ve el problema?
Otro ejemplo de esto sería el gasto de calorías complementado con una aplicación que mida cuántas ingieres aproximadamente a lo largo del día. Podría facilitar la aparición de conductas de compensación “pues como hoy me he excedido mañana voy a comer menos para compensar”, a medir de manera cada vez más minuciosa e intensiva lo que comemos y el ejercicio que lo hagamos. Cuanto más tiempo estemos haciendo esto más fina será la línea que separe lo “healthy” de un problema obsesivo o un problema alimenticio.
Y hablando de “healthy”. Cada vez nos bombardean más con la importancia de mantener un estilo de vida saludable, la importancia de comer, dormir, hacer ejercicio, tener nuestro momento de relax, ver a nuestros amigos y demás, todo eso teniendo en cuenta que el día tiene 24 horas, que tenemos que trabajar, atender a obligaciones, traspórtanos de un sitio a otro etc. Todo esto, junto con la disponibilidad de estas apps, pueden contribuir a que estemos cada vez menos satisfechos con nuestro estilo de vida. Y si bien siempre puede haber cosas que mejorar, que aquellas en las que lo hagamos sea porque nos lo hemos propuesto, planificado y si tenemos la supervisión de un experto mejor.