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Lo tengo en la punta de la lengua…

Este fin de semana me lo he pasado increíble, fui a hacer senderismo con Carla. Que paseo más bonito. Nos cruzamos con un… Un… Sí hombre, con un… El bicho este…Que iba con su cría… Por favor, cómo se llama este animal… El marrón. Es un herbívoro… Que estaba bebiendo en el lago… El de los cuernos… Tenía como manchas blancas… Que empieza por “c”… Un… ¡Lo tengo en la punta de la lengua!

¿Te ha pasado alguna vez? Esta sensación subjetiva de conocer la palabra que estamos buscando y no ser capaces de dar con ella, se llama fenómeno de la punta de la lengua (FPL). Este fenómeno es muy habitual y, aunque no es problemático, puede llegar a resultar frustrante ya que experimentamos una sensación de familiaridad con esa palabra, estando seguros de que la conocemos y, sin embargo, no conseguimos recordarla.

Vale, no es problemático, pero no consigo recordarla, ¿es mi memoria lo que está fallando? ¡NO! A diferencia de un problema mnésico, el fenómeno de la punta de la lengua no es graveno afecta al desempeño cotidiano de la vida de una persona, ya que su alcance es mínimo, está limitado a esa palabra concreta, siendo capaces de recordar y expresar otros aspectos o características relacionadas con la palabra que queremos decir, como la letra por la que comienza, la longitud de esa palabra, alguna característica física del objeto o cualquier otra información relevante relacionada. Además, se manifiesta ocasionalmente, resultando una experiencia temporal que, en la mayoría de los casos, acaba resolviéndose, encontrando la palabra pedida al cabo de un rato, por lo que no es necesario un tratamiento.

Entonces, ¿por qué me pasa? Nuestra capacidad de comunicación verbal es conducta, y como tal, podemos explicarla por la interacción del sujeto con su contexto, por lo que, las variables personales y ambientales que favorecen la aparición de este incómodo fenómeno, son diferentes en cada uno de nosotros. Veamos algunas de ellas:

  1. La familiaridad que tengo con esa palabra. Que conozca una palabra, no implica necesariamente que la utilice a diario. Esta falta de uso puede facilitar la experiencia del FPL, ya que la información a la que intento acceder no es tan accesible. En este sentido, mis experiencias previas, mi historia de aprendizaje, mis aficiones o quizás mi profesión, determinan esta familiaridad. Por ejemplo, si el entorno en el que me muevo es frecuente que interactúe con animales como perros o gatos, será más accesible esta información, que aquella relacionada con animales menos presentes en mi contexto, como un bisonte o una gacela, que además es la primera vez en mi vida que veo y que, seamos sinceros, antes que ver documentales de la 2, me pongo las novedades de Netflix. En este caso, parece que la palabra que busco se ha quedado “bloqueada”, pero por similitud con otras que sí son comunes para mí, comienzo a decir una lista de animales que empiezan por la misma letra que la que intento expresar, que también son herbívoros o que también son marrones.
  2. La persona con la que estoy interactuando e incluso el lugar en el que lo estoy haciendo. Esto no es exclusivo del FPL, hablar con tu mejor amiga o con tu jefe nunca va a ser los mismo. Pongamos que, en este caso, es tu jefe el que pregunta por tu fin de semana, en una oficina llena de gente hablando, con los teléfonos sonando, y dos impresoras flanqueando vuestras espaldas que no terminar de imprimir los dichosos informes del mes. Aquí no solo entra en juego la figura de autoridad ante la que se te ha quedado la palabra a medias, o el estrés y la presión que está suponiendo que te mire fijamente esperando que termines la frase, sino que además llevas días durmiendo mal y el cansancio te lo está poniendo más difícil, sin contar la cantidad de distractores que oportunamente están presentes, interfiriendo el en proceso para hacerte sentir que, hagas lo que hagas, hoy no vas a decir esa palabra.

Estos intentos fallidos de obtener la respuesta que busco, están siendo reforzados una y otra vez, ya que la sensación que tenemos es de que cada vez estamos más cerca de decir aquello que pretendemos. Nos proporciona una falsa percepción de control que nos lleva a seguir intentándolo porque ¡en la siguiente va la vencida! Sin olvidarnos de que, la táctica repetitiva ya la he usado antes y, en alguna ocasión, ha funcionado, con lo que el reforzamiento intermitente de mi estrategia, incrementa la probabilidad de que insista hasta el infinito. Aunque a corto plazo puede parecer que estamos a punto de conseguirlo, la realidad es que podríamos estar horas usando en bucle la misma técnica sin que el resultado sea diferente.

¿Cómo consigo recuperar la palabra oculta en el fondo del mar léxico? Como decíamos, el FPL termina resolviéndose, pero este desenlace ni es aleatorioni se da mágicamente de la nada, ya que el contexto en el que me ocurre no solo favorece su aparición, también favorece su resolución. Imagina que, tras decirle a tu jefe 325 nombres de animales, el buen señor te dice “¿te refieres a un venado?” ¡Eureka! ¡Un ciervo!

¿Hola? ¿Qué acaba de pasar? Llevo todo este tiempo intentándolo, me dice esta palabra ¿y me sale sin más? Lo que acaba de pasar es un cambio en las variables que influyen en la manifestación del fenómeno. Concretamente, acaba de cambiar esa familiaridad de la que hablábamos. “Venado” no es un término que use todos jueves, pero ha sido la pista semántica clave para terminar de acceder a la palabra “ciervo”, a través de la ruta de significados de aquellas palabras que forman parte del mismo campo semántico.

Y no solo nos ocurre de esta manera, a veces, simplemente tirando la toalla y hablando de otro tema o poniéndonos a hacer otra actividad, aparece de forma espontánea, diciendo con orgullo y sin venir a cuento ¡ciervo!, ¡era un ciervo! En este caso, las variables que estaban dificultando su accesibilidad, como la presión o el estrés que me estaba generando la cara de incredulidad de mi jefe, han desaparecido, porque simplemente hemos dejado de intentarlo. Al cambiar mi estrategia para dar con la solución, esta vez, sí ha resuelto mi acertijo.

Como ves, el fenómeno de la punta de la lengua no es más que otro ejemplo de cómo las particularidades que nos rodean en la vida cotidiana, influyen en nuestro comportamiento.

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