¿Qué son las emociones? ¿Por qué me siento así? ¿Se pueden controlar?
Es común encontrarnos con este tipo de preguntas dentro y fuera de consulta.
Los/as profesionales que trabajamos día a día con las emociones y su gestión, nos encontramos grandes dificultades en las personas que vienen a terapia, ya que es una parte importante de nuestras vidas, que está en constante funcionamiento.
Este artículo pretende aclarar algunas definiciones y conceptos sobre las emociones, para poder comprendernos y tener una mejor gestión emocional en nuestro día a día.

Conociendo las emociones
Para dar paso a la primera parte, utilizaremos las palabras que escribió Daniel Goleman, uno de los psicólogos más populares que estudió las emociones, en su libro “Inteligencia emocional”. Goleman define la emoción como una respuesta psicofisiológica breve ante un estímulo.
Esto significa que hay una gran gama de sensaciones y emociones que podemos sentir como parte de una respuesta ante un estímulo (o varios) del entorno.
La metáfora del mensajero
Para entender el funcionamiento de las emociones, existe una metáfora popular que equipara la respuesta emocional con un paquete que viene a entregarnos un mensajero.
Las emociones serían los mensajes que nuestro organismo nos manda a través de una mensajería. Para ello, han contratado a un mensajero diciéndole que es indispensable que entregue siempre el paquete que corresponde, ya que, si no lo hace, le despedirán. ¿Por qué es tan importante que entregue siempre el mensaje? Porque la vida de la persona podría estar en juego. El organismo manda un mensaje de “ansiedad”, pero no sabe si es por estar huyendo de un león o por estar haciendo un examen, por lo que es importante que la información llegue al receptor.
Las emociones cumplen una función, informarnos, avisar, alertar de algo. Por lo que el organismo siempre trata de ayudar a través del mensaje que nos manda, es nuestra responsabilidad saber cómo utilizarlo a nuestro favor.

Imaginemos que al mensajero se le encarga enviar un paquete. En primer lugar, el mensajero llamará a nuestra puerta con una sonrisa amable. Nosotros, que ya sabemos que a veces no nos hace sentir bien el mensaje que trae, podremos optar por ignorarlo. Si esto sucede, el mensajero llamará más fuerte a la puerta, pues su única e importante tarea es la entrega de ese mensaje. Si seguimos sin abrirle, el mensajero intentará llamar tu atención de diferentes maneras, ya sea intentando tirar la puerta abajo, llamándote a gritos, tirando piedras a la ventana… Todas estas señales se traducen en esos pensamientos intrusivos, los dolores en ciertas partes del cuerpo, mareos, llanto descontrolado, que aparecen cuando tenemos dificultades en la gestión de emociones.
Una vez que el mensajero ha intentado todo, deja el paquete en la puerta, de modo que se pueden ir acumulando mensajes en la medida en que nosotros seguimos sin recibirlos.
El día que abramos la puerta quizás será mucha información la que recibamos, es decir, demasiada intensidad emocional como para gestionar a la vez.
Cuanto mejor relación tengamos con el mensajero recibiendo sus paquetes, menos problemas vamos a tener con él.
Esta metáfora nos enseña varias cosas importantes sobre las emociones, que veremos en los siguientes apartados.
Las emociones: ni buenas ni malas, todas funcionales
Para comprender la respuesta emocional del organismo, hay que tener presente que siempre es funcional, es de utilidad, siempre tiene una razón de ser.
Las sensaciones que vamos teniendo a lo largo del día nos ayudan a manejarnos en el contexto, a tomar decisiones, a acercarnos o alejarnos de cosas a nuestro alrededor. Por ello, no es correcto utilizar los adjetivos “buena” o “mala” cuando hablamos de emociones, y es preferible utilizar “agradable” o desagradable”, ya que todas ellas son prácticas a pesar de que no todas nos guste experimentarlas.
Aquí os dejamos algunos ejemplos para explicar bien la funcionalidad de las emociones:
- Olemos o saboreamos un alimento y sentimos asco, no lo consumimos porque puede estar en mal estado o porque en el pasado hemos tenido una mala experiencia y nuestra “memoria emocional” nos está recordando que puede sentarnos mal.
- Oímos un ruido en casa y sentimos miedo: tensión muscular, aumento de ritmo cardíaco, hiperventilación… Este tipo de respuesta nos prepara para la lucha o huida, se encarga de poner al organismo en un estado más apto para una situación peligrosa o complicada.
- Alguien nos insulta y sentimos enfado. Esta emoción te puede estar informando de que se han traspasado ciertos límites y necesitas recuperarlos, por ejemplo, poniendo en marcha conductas de asertividad.
Como hemos visto en la metáfora del mensajero, este se encarga de hacernos llegar esta información que podría ser muy valiosa, pero es responsabilidad nuestra analizar esa emoción y llevar a cabo las acciones pertinentes.
Gestión emocional
Otra de las frases que más se escucha es “no puedo controlar mis emociones”.
Como hemos visto en la metáfora, las emociones son mensajes que nos llegan, y no es algo que podamos controlar. Lo que podemos hacer con la información es analizarla, manejarla, gestionarla.
En otras palabras, a lo que nos referimos en psicología por gestión emocional es a analizar la emoción que estamos teniendo y utilizarla a nuestro favor. Esta capacidad es parte de lo que Goleman describía como inteligencia emocional, y se puede aprender y entrenar igual que cualquier otra habilidad.
“La enseñanza de Sócrates «conócete a ti mismo» darse cuenta de los propios sentimientos en el mismo momento en que éstos tienen lugar– constituye la piedra angular de la inteligencia emocional.”
DANIEL GOLEMAN
Como he mencionado anteriormente, las emociones son funcionales, por lo tanto, nosotras debemos buscar esa utilidad.
Además, el mensajero no te dice cómo debes actuar, por lo que tú puedes recibir un mensaje de “ira” y actuar calmadamente, porque crees que la emoción recibida no corresponde con la situación, o porque no sería la forma más beneficiosa de actuar.
Los pasos principales son:
- Identificar la emoción que se está dando
- Analizar porqué está ahí
- Decidir cuál es la mejor manera de afrontarla
El nombre que les damos
En todos los idiomas encontrarás una gran variedad de palabras utilizadas para expresar sensaciones psicofisiológicas, es la manera que tenemos de expresarnos y ponerle nombre a lo que sentimos. Sin embargo, algunas veces damos demasiada importancia al nombre que le ponemos y no atendemos a lo que realmente nos ayudará a entender esa emoción.
Por ejemplo, la sensación de hormigueo en el estómago, nerviosismo, temblor, respiración agitada, puede nombrarse de dos formas muy diferentes en función del contexto. Esta descripción de sensaciones podría ser ANSIEDAD por la entrega de un trabajo o podría ser ENAMORAMIENTO. Ambas abarcan las mismas sensaciones, pero con una connotación totalmente contraria.
Conocer esto nos va a ayudar a ver más allá de la etiqueta y mejorar nuestra gestión de emociones.
Conclusión
En este mundo que a veces nos lleva a la ocupación constante y exposición excesiva a estímulos, corremos el riesgo de dejar de lado las emociones que se pueden estar dando con una información valiosa. Dedicar tiempo a comprenderlas y a aprender a manejarlas va a darnos una gran ventaja sobre el afrontamiento de diferentes situaciones y la prevención de problemas psicológicos.
Como muchos sabemos, la educación emocional aún es una asignatura pendiente en la escuela. Empezar a trabajar sobre las emociones desde la infancia puede prevenir muchos problemas en la edad adulta, y mejorar los ya existentes en los niños y niñas.
Existen diferentes maneras de trabajar con ello, y uno de los recursos más utilizados en colegios y familias son los libros de apoyo educativo. Uno de los más populares es “El monstruo de los colores” donde podemos comenzar a hablar con los más pequeños de ese mundo tan desconocido de las emociones.
¿Cuándo acudir a un/a profesional de la psicología?
- Si a pesar de tus intentos por entender y gestionar las emociones sientes que no puedes abordarlas
- Si las emociones desagradables están presentes en tu día a día con gran intensidad o frecuencia
- Si de alguna manera interfiere en la realización de tus actividades diarias
Es momento para pedir consulta con un/a profesional para que evalúe tu caso particular y pueda indicarte el mejor camino a seguir.
“Una persona que es dueña de sí misma pone fin a un pesar tan fácilmente como inventa un placer. No quiero estar a merced de mis emociones. Quiero usarlas, disfrutarlas, dominarlas.”
OSCAR WILDE