La autoestima es la valoración que una persona tiene de sí misma. También puede definirse como un conjunto de verbalizaciones con las que uno se describe a sí mismo. Estas verbalizaciones implican relacionar la forma corporal y la conducta personal con una serie de adjetivos calificativos que pueden ser apetitivos o aversivos. Esto puede incluir pensamientos adaptativos o desadaptativos en relación a las descripciones y acciones de uno mismo. A su vez, estos pensamientos, pueden influir en la discriminación de ciertos comportamientos, como evitar interactuar con otras personas en diferentes situaciones o contextos.
La autoestima se desarrolla a lo largo de la vida y puede estar influenciada por diversos factores, como nuestras vivencias personales, el entorno en el que crecemos, nuestras interacciones sociales, nuestros logros y fracasos, las críticas recibidas y las expectativas culturales que nos rodean. La autoestima influye en la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, así como en nuestra capacidad para afrontar desafíos, superar obstáculos y perseguir metas.
Es importante señalar que no existe una división estricta en cuanto al concepto de autoestima, es decir, no se tiene una “baja” autoestima o una “alta” autoestima. Lo que ocurre, es que las personas utilizan verbalizaciones, que pueden ser más o menos ajustadas para describirse a sí mismas. Por ello, cuando se habla de “baja” autoestima se hace referencia a una valoración personal con adjetivos aversivos, por ejemplo: feo/a, aburrido/a, torpe, tonto/a, etc. Por el contrario, cuando se habla de “alta” autoestima se hace alusión a una valoración personal con adjetivos apetitivos como, estupendo/a, guapo/a, capaz, interesante, inteligente etc.
La autoestima, depende de la historia de aprendizaje de la persona o de cómo le ha ido en la vida. La vida es un continuo aprendizaje, aprendemos a relacionarnos, aprendemos a jugar, aprendemos a quejarnos, etc. Una manera de aprender es a través de las consecuencias que tiene nuestra conducta. Es decir, dependiendo de los resultados de nuestra conducta, aumentará o disminuirá la probabilidad de volver a emitir dicha conducta. Si obtenemos consecuencias agradables, aumentará la probabilidad de emitir la misma conducta en situaciones similares con el fin de obtener las mismas consecuencias. Por ejemplo: una adolescente que cada vez que se acerca a sus compañeras de clase para iniciar una conversación, tiene éxito, y, en este sentido, la tratan bien y son simpáticas con ella, resultado de estas experiencias es probable, que cuando esta joven vea otro grupo de chicas que le parezcan interesantes, se acerque hablar con ellas, es decir, confiará en que tendrá éxito o será una experiencia placentera.
En cambio, si el efecto de nuestra conducta es el contrario, es decir, que las consecuencias de nuestra conducta son aversivas o desagradables, por ejemplo, un rechazo o una crítica, disminuirá la probabilidad de emitir esa conducta. Siguiendo con el ejemplo anterior, imaginaros a esa adolescente, que cada vez que se acerca a un grupo de chicas, estas se ríen de ella, la rechazan o la tratan de forma desagradable.
¿Creéis que tendrá confianza es futuras ocasiones cuando tenga que acercarse a un grupo de personas desconocidas? Lo más probable es que NO.
Lo más seguro, es que, debido a su experiencia previa, tenga dudas o falta de confianza respecto a la posibilidad de obtener éxito en este tipo de interacciones, y, por tanto, evite interactuar con gente desconocida.
La autoestima no es algo fijo o inalterable, sino que, puede cambiar y verse influenciada por diferentes variables o circunstancias. Por tanto, es importante reconocer y valorar las habilidades de uno mismo y aceptar las limitaciones, estableciendo metas realistas y fomentando un enfoque de autocuidado y respeto personal.
Algunas variables que influyen en la autoestima son:
- Sociedad y cultura
- Género
- Contexto familiar
- Historia de aprendizaje
- Etapa del ciclo vital
REDES SOCIALES
«El hombre es un ser social por naturaleza»
Aristóteles (384-322, a. de C.)
A lo largo de la historia, los seres humanos han vivido en comunidades y se han relacionado entre sí de diversas formas. Es importante tener en cuenta que el nivel y la preferencia de contacto social puede variar de una persona a otra. Pero, en general, el contacto social y las relaciones humanas positivas son esenciales para nuestro bienestar y desarrollo como seres humanos.
Las redes sociales desempeñan un papel fundamental en la interacción social al permitirnos establecer y mantener relaciones con amigos, familiares y personas con intereses similares, sin importar la distancia geográfica. Además, constituyen valiosas fuentes de información que nos mantienen actualizados sobre diversos temas y nos brindan la oportunidad de compartir nuestras inquietudes con otros.
¿Qué beneficios ofrecen las plataformas de redes sociales?
- Conexiones sociales
- Entretenimiento y diversión
- Comunicación instantánea
- Acceso a información y noticas
- Apoyo y comunidad en línea
- Oportunidades profesionales
- Expresión creativa
En el mundo digital, hay una gran cantidad de creadores de contenido, influencers y personas conocidas a través de los cuáles podemos fortalecer nuestra identidad. Las redes sociales, con su diversidad, accesibilidad e inmediatez, son muy populares y demandadas por una amplia variedad de personas. Desde aquellos que buscan pareja, amigos, planes, trabajo, compañeros de juego, hasta grupos de debate, entre otros.
Sin embargo, en medio de este huracán, nos encontramos en la época de mayor conectividad a nivel mundial, pero también de menor satisfacción vital.
Las redes sociales nos ofrecen muchas oportunidades cuando se utilizan de manera adecuada, pero…
¿Y qué pasa cuando hacemos un mal uso de estas plataformas?
Consecuencias negativas que esto puede acarrear para los usuarios:
- Ofrecen numerosas recompensas inmediatas, lo que contribuye a una menor capacidad de lidiar con la frustración. Como consecuencia, nos volvemos más impacientes, llegando al punto de que esperar un mensaje puede convertirse en una odisea, y cualquier fracaso por pequeño que sea puede ser percibido como un verdadero suplicio.
- Dicha gratificación inmediata desencadena comportamientos dañiños como mirar el móvil constantemente, el uso excesivo de aplicaciones y, como resultado, la procastinación.
- Cuando procrastinamos posponemos nuestras responsabilidades y proyectos personales. Si esta conducta se mantiene y extiende en el tiempo, puede generar sensaciones intensas de malestar y fracaso, afectando así a nuestra autoestima.
- Tener uno a varios perfiles en redes sociales implica exponerse a una gran variedad de estímulos que moldean nuestra percepción del mundo en el que vivimos. Además, de estar expuestos a una constante avalancha de información.
Las redes sociales pueden tener un impacto significativo en la autoestima
Existen diferentes formas en las que las redes sociales pueden influir en la autoestima de las personas:
- Comparación social: en numerosas ocasiones lo que se presenta en las redes no se ajusta a la realidad, sino que refleja lo que los usuarios desean mostrar. Suelen mostrar una versión idealizada de la vida de las personas, lo que nos puede llevar al bucle de compararnos con los demás constantemente. Al ver imágenes de gente con vidas de ensueño, felices y exitosas (aparentemente), los individuos pueden experimentar malestar e insatisfacción con su propia vida o sus logros.
- Validación externa: las redes sociales a menudo se utilizan con el fin de obtener reconocimiento y validación por parte de los demás. Hay personas que están en una búsqueda constante de “likes”, comentarios y seguidores en sus publicaciones y basan su valor personal en la cantidad de apoyo que reciben. Si no reciben suficiente atención o valoración, pueden experimentar también un gran malestar.
- Ciberacoso: algunos usuarios son víctimas de estos comportamientos pudiendo sentirse humillados o avergonzados ante diferentes comentarios o reacciones de otros usuarios, experimentando así un impacto negativo en su autoestima.
- Rechazo social: ante la posibilidad de ser excluidos o no aceptados por algunas personas o grupos en redes sociales.
- Imagen corporal: las redes sociales a menudo promueven estándares de belleza y cuerpos ideales. El uso de filtros que se aplican para “embellecer” el rostro o el cuerpo pueden llevar a muchas personas a obsesionarse con su “yo perfecto”. Las personas pueden verse presionadas al intentar cumplir con estos estándares irreales de belleza, lo que puede favorecer una insatisfacción con su cuerpo y la aparición de problemas de conducta. Además, el uso continuado de estos filtros puede acarrear diferentes problemáticas como: necesidad de aprobación, incremento de inseguridades, rechazo de la imagen corporal y búsqueda de perfeccionismo, favoreciendo de esta manera una mayor percepción negativa de sí mismo.
No todas las interacciones en las redes sociales son perjudiciales y el impacto en la autoestima puede cambiar de una persona a otra. Para mitigar los efectos negativos de las redes sociales en la autoestima es importante fomentar un uso consciente y responsable de estas plataformas.
Los profesionales de la psicología ofrecemos apoyo y herramientas para fortalecer la autoestima de aquellos que enfrentan dificultades en esta área, a través de terapia individual o diferentes talleres.
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Referencias
Collado, A., Chamizo, I., Ávila, I., Martín, S., Revert, À., y Sánchez, A. (2022). Protocolo de evaluación e intervención en autoestima. Centro de Psicología Aplicada.