“He empezado a ir a terapia psicológica y tendría que sentirme mejor, pero eso no está sucediendo… ¿debería dejarlo?”
Frecuentemente nos encontramos en consulta este tipo de ideas que afectan a las expectativas de nuestros pacientes sobre la terapia y en muchas ocasiones “al desenlace” de esta, es decir, a un posible abandono.
Por tanto, lo primero que vamos a responder hoy es “¿en qué consiste una intervención psicológica?” “¿Debo sentirme bien al momento de comenzar este proceso?”.
Primero resolveremos la segunda pregunta que frecuentemente las y los profesionales de la psicología debemos ajustar. A pesar de que algunos pacientes sí que refieren sentir mejoría desde el momento en que comienzan un proceso terapéutico, en general, no es frecuente que nos sintamos mejor y notemos mejoría desde el primer momento que acudimos a sesión, tranquilidad, esto es normal, es parte del proceso. De hecho, estas personas refieren sentir mejoría no solo al comenzar un proceso terapéutico si no incluso antes de comenzar tal proceso, cuando han tomado la decisión de pedir ayuda.
Es decir, llegados a este punto, vamos a hablar de intervención psicológica y objetivos de tal intervención. La psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano.
Desde ella podemos explicar porqué nos comportamos de formas tan distintas unas personas u otras. Cuando hablamos de comportamiento hablamos de la interacción entre un individuo y su contexto, por tanto, es fundamental realizar una evaluación adecuada para conocer exhaustivamente estas variables, y conocer por tanto “qué” problemáticas se están dando y, sobre todo, “por qué”, por qué nos comportamos como lo hacemos, en función a unas leyes, los llamados “principios de aprendizaje”.
“¿Por qué mi psicóloga/o no me da pautas para hacer y sentirme mejor desde el primer momento?”.
El proceso terapéutico, como su nombre indica consiste en un proceso en el que es fundamental cuidar cada uno de sus pasos, empezando por una evaluación exhaustiva hasta tener la información concreta y necesaria para poder establecer lo que llamamos “hipótesis”, es decir, no solo saber qué le ocurre a nuestro paciente, si no por qué. Cualquier intervención psicológica es imprescindible que comience en este “por qué”, qué le ocurre a mi paciente y sobre todo por qué, para así dicha intervención estar guiada sobre unos principios sólidos asegurándonos el éxito terapéutico.
Es por ello, por lo que no sería adecuado que la/el profesional de la psicología estableciese una serie de pautas sin una evaluación exhaustiva previa. Por tanto, las primeras pautas que debe darte tu psicóloga/o deben ser con el objetivo de conocer en profundidad qué ocurre y por qué ocurre.
Por tanto, ahora podemos contestar a la primera pregunta, es normal que no sintamos en la mayoría de los casos una mejoría momentánea al acudir a psicología, ya que como hemos visto esto va a consistir en un proceso, en el que previamente “pondremos sobre la mesa” toda la información necesaria para conocer “qué me ocurre y por qué”, para posteriormente llevar a cabo un proceso de intervención individualizada y basada en estos principios que previamente nuestra psicóloga/o ha evaluado y analizado.
“Entonces… ¿mi psicóloga/o me va “a cambiar”?
No es que nuestra psicóloga/o “nos vaya a cambiar”, si no que al analizar qué es lo que está manteniendo una situación de malestar, vemos qué patrones están resultando “problemáticos”, están generando y manteniendo una situación de malestar en contra de los objetivos de mejora que buscamos. Sobre todo, nuestra psicóloga, al haber analizado el “por qué”, buscará una modificación de patrones hacía la consecución de nuestros objetivos terapéuticos.
“Ya, pero es que… yo soy así, es mi personalidad y no voy a cambiar”
En muchas ocasiones nos encontramos este tipo de comentarios acerca de la personalidad, de cómo la personalidad “imposibilita” cualquier cambio, o justifica determinados comportamientos relacionados con la situación de malestar.
Para ello, lo primero que en lo que nos detendremos es: “¿qué es personalidad?”
Coloquialmente definimos la personalidad como un conjunto de rasgos que definen nuestra forma de ser. Desde una explicación psicológica y específicamente desde el análisis de conducta, podemos definirlo como un patrón consolidado aprendido en nuestra historia de aprendizaje, que se mantiene estable en la interacción del individuo en sus diferentes contextos.
Esto nos puede extrañar con respecto a lo que coloquialmente entendemos como personalidad y su influencia genética. “Soy igual que mi padre”, “he salido a la parte de mi madre y es que somos así”.
Que tengamos un patrón de comportamiento similar al de nuestros familiares, no quiere decir que haya sido por influencia genética, aquí también encontramos un aprendizaje ya sea de forma más o menos consciente, deliberada. Además, que encontremos una cierta “predisposición” a actuar de una forma u otra, no quiere decir que estos patrones denominados “personalidad”, no hayan sido aprendidos por los mismos principios de aprendizaje citados anteriormente.
Por tanto, en un proceso terapéutico, al analizar por qué nos comportamos como lo hacemos, qué principios de aprendizaje forman parte de estos patrones “de personalidad”, podremos posteriormente concretar qué nuevos aprendizajes son objetivo para adquirir durante el proceso terapéutico, buscando una interacción con mi contexto menos problemática o más satisfactoria.
En resumen, para trabajar ante unas determinadas dificultades o problemas psicológicos, debemos tener en cuenta “la personalidad” como lo que es: un patrón de conducta estable que puede actuar influyendo en algunas interacciones con el contexto que queremos trabajar, o directamente como patrones específicos y estables de conducta que directamente tenemos que trabajar y modificar. Por tanto, la personalidad no es un impedimento que me impide cambiar, si no un resultado de un aprendizaje de interacción ante diferentes situaciones mantenido en el tiempo que se puede modificar.
“Pero entonces… ¿qué me va a decir mi psicóloga/o si yo me conozco mejor que nadie?” “Sé lo que me viene bien… ¿en qué me va a ayudar mi psicóloga/o?”
En ocasiones también encontramos estas frases fuera de consulta, hablando con familiares o amigos. Es frecuente mostrarnos reticentes a dar este paso, en muchas ocasiones por una sensación de incredulidad o por una sensación de vulnerabilidad y reticencia.
Haciendo referencia a la frase anterior, si es cierto que en muchas ocasiones podamos ser quien mejor nos conozcamos, o por lo menos tener la sensación de ello, sin embargo, desconocemos el “por qué”, el porqué de la mayoría de los patrones o conductas que tenemos, es decir, qué principios científicos están detrás de nuestro comportamiento.
Esto hace que muchas veces a pesar de saber que estamos mal, o incluso sabemos qué nos ocurre, qué sentimos… no conocemos el “porqué estamos mal”. Esto generalmente aumenta el malestar, al no conocer qué me pasa y sobre todo por qué me está pasando.
En otras ocasiones, lo que encontramos es un comportamiento determinado ante una situación de malestar, que debido a no conocer el porqué de tal comportamiento no somos conscientes de que nosotros mismos, más específicamente nuestro comportamiento, está manteniendo la situación de malestar.
Y es que, muchas veces el “conocerme mejor que nadie y saber qué es lo que me viene bien” es lo que está manteniendo la situación de malestar, ya que actuamos ante unas demandas o una situación de malestar de una forma concreta que a corto plazo en alguna situación ha sido tremendamente adaptativo, sin embargo, puede ocurrir que el contexto cambie, o que el corto plazo de nuestro comportamiento no está favoreciendo mis objetivos a medio o largo plazo o mis objetivos terapéuticos, sin embargo, es normal que no saber qué es lo que está manteniendo este malestar, qué parte de nuestro comportamiento no está resultando adecuado o bien no tenemos herramientas para modificarlo.
Por tanto, a pesar de “conocernos mejor que nadie” o “yo es que soy así”, una ayuda profesional con una perspectiva científica será la responsable en primer lugar de determinar “qué es lo que está sucediendo y por qué”, para posteriormente fijar unos objetivos, y de forma conjunta durante el proceso terapéutico dotar al paciente de las herramientas pertinentes para hacer los cambios necesarios en las interacciones con su contexto, para conseguir los objetivos planteados, en definitiva el bienestar general o específico buscado.
Referencias:
- Froján, M.X. y Santacreu, J. (1999). ¿Qué es un tratamiento psicológico? Madrid: Biblioteca Nueva.
- Froján, M. X., Montaño, M. y Calero, A. (2006). ¿Por qué la gente cambia en terapia?
- Jose Santacreu (2002). Los procesos de aprendizaje como procedimiento de génesis, mantenimiento y cambio del comportamiento en la personalidad en el marco de una teoría del comportamiento humano (72-108). Ediciones pirámide.