Ya te has preguntado ¿por qué no puedes dejar de pensar en este chico que desaparece de un día para otro sin decirte nada? ¿Que “te deja en leído” en el WhatsApp durante días y cuando termina escribiéndote vuelves a contestarle, aunque habías dicho que no lo harías? Si te has planteado alguna vez dudas como estas, sabes lo difícil que es conseguir lidiar con esta montaña rusa emocional. . Desde las últimas canciones de reggaetón hasta las colonias más elegantes de Nueva York, los bad boys llevan muchos años infiltrados en la cultura occidental. Hoy te diremos por qué nos pueden llegar a gustar “los malotes” y esperamos que con esta información te puedas sentir más comprendida y preparada para tomar las riendas de tu vida sentimental.
Esperar algo de él que nunca llega (¿o sí?)
En estos casos, nos sentimos como si estuviéramos en constante espera. Con una persona que no nos quiere siempre cerca, pero tampoco nos deja ir. Que no nos apoya y que apenas está disponible, pero cuando nos elige, nos consideramos especiales. En esta incertidumbre nos vamos sintiendo confusas, sin entender cómo es posible que dependamos de alguien que en realidad no nos corresponde a la misma altura. Una mezcla de frustración con exaltación. Curiosamente, en esta interacción de emocionalidad intensa, terminamos aprendiendo a querer a alguien que nos hace daño.
¿Esto quiere decir que nos gusta que nos traten mal? (Y esta es una pregunta esencial para empezar a entender la dinámica de esta interacción interpersonal). La respuesta es: en absoluto. No es que nos guste sufrir, sino que hay determinados factores positivos camuflados en estos aspectos “malos”. Pero ¿qué es lo que nos atrae de estas personas? ¿Qué variables influyen en que no nos podamos desenganchar de ellas?
Seguridad
Son chicos que tienen una alta confianza en si mismos. Las personas que tienen una alta seguridad se atreven a hacer más cosas, ya que anticipan lo eficaz que será su comportamiento. Esto nos parece admirable. Además de ser algo que valoramos socialmente, esta seguridad implica que al lado de ellos podemos acceder a cosas que en otras circunstancias no podríamos. Ellos no nos necesitan, pero nos eligen para acompañarlos en sus aventuras, lo que nos hace sentirnos muy especiales. Estar con una persona que decide estar con nosotras pudiendo estar con tantas otras (aunque sea cuando a él le apetezca), confirma nuestro propio valor.
Baja disponibilidad
Estos chicos suelen ser personas que no están siempre disponibles. Conseguir un poco de su tiempo no es algo fácil, son libres. A veces nos contestan, a veces no. A veces nos valoran, a veces no. Desde la psicología necesitamos conocer tres aspectos fundamentales para entender por qué esta característica es atractiva:
- La privación. La escasez incrementa el valor de la variable. Es decir, si llevo días sin comer, probablemente comeré cualquier cosa que me pongan delante. Lo mismo ocurre con estos chicos. Si me deja en leído y lleva tres días sin escribirme, el día que lo hace lo siento mucho más especial a si me escribiese todos los días a todas las horas. Como suelen “pasar de nosotras”, un pequeño gesto cariñoso nos parece algo admirable.
- La asociación cultural. La baja disponibilidad implica “algo difícil de alcanzar”. En nuestro entorno cultural valoramos muy positivamente aquello que “solamente pocas personas pueden conseguir”. Vemos en nuestro día a día varios ejemplos de ello. Los famosos tienen modistas que les hacen ropas exclusivas. Las obras de arte únicas tienen un altísimo coste económico. Las personas inalcanzables son todavía más atractivas.
- Programas de reforzamiento intermitente. Estos programas se refieren a cuando aquello que buscamos no siempre está disponible. Es decir, a veces le llamamos y pasamos un día maravilloso a su lado, pero otras veces hacemos lo mismo y ni siquiera nos contesta. Se trata de situaciones donde las recompensas de nuestros actos son incoherentes. A la diferencia de lo que comúnmente podríamos pensar, el enganche que nos produce estas situaciones es sumamente superior a aquellas en las que siempre nos dan lo que queremos, sobre todo a la hora de desengancharnos de ellas. Nos encanta ser capaces de resolver lo impredecible y, de hecho, podríamos llegar a obtener un disfrute todavía mayor cuando las recompensas que obtenemos son más difíciles de conseguir.
Fragilidad
Aunque son personas claramente independientes y seguras, también tienen una fragilidad dentro de esta seguridad. Es decir, nos gusta su confianza, pero a la vez tienen cicatrices emocionales derivadas de experiencias previas que son signos de vulnerabilidad. Sabemos que no son perfectos y, es más, nos sentimos identificadas con ello. Sentimos compasión. Todo ello nos hace entender que en alguna medida necesitan ayuda y, aunque nos duela mucho, terminamos soñando con el día en el que, por fin, consiguen cambiar gracias a nosotras. La esperanza interminable de conseguir dar la vuelta a los momentos malos es el motor que nos impulsa a seguir luchando por la relación. Por supuesto tampoco podemos dejar pasar por alto el bombardeo mediático de novelas y películas que erotizan y romantizan estas historias casi imposibles en las que la protagonista siempre cambia al chico malo.
Como podemos ver, hay varios aspectos en las descripciones conductuales de este perfil de chicos que nos pueden llegar a ser muy atractivos. No resulta tan difícil involucrarse emocionalmente en estas interacciones porque aprendemos a valorar estas características. Y subrayo la palabra aprendemos por un muy buen motivo: no existen correlatos biológicos o explicaciones biologicistas/evolutivas de tipo causal en cuanto a la atracción hacia “los chicos malos”. Aunque pueda sonar menos complejo, esto en realidad, es una muy buena noticia, porque al igual que aprendemos a erotizar estos chicos, lo podemos desaprender. ¿No sería mucho mejor para nosotras valorar lo que sí está disponible? ¿No sería más realista darnos cuenta de que en realidad no somos especiales porque estos chicos nos eligen de vez en cuando?
Estas relaciones a largo plazo no nos suponen un beneficio, por lo que es normal preguntarnos por qué este chico nos sigue gustando si no nos compensa. El caso es que, en realidad, sí que nos está compensando, aunque solamente a corto plazo. Con esto no quiero decir que tengamos que aceptar esta escasa compensación, sino hacer con que, efectivamente, estas relaciones no nos compensen nada.
Referencias
Lombardía, A. [Ana Lombardía] (2019, Octubre 10). ¿Por qué me gustan los chicos malos? [Archivo de video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=dnc1drkGJec
Urruzola-Zabalza, M.J. (2005). No te líes con los chicos malos. Guía no sexista dirigida a chicas, Madrid: Comisión para la Investigación de MalosTratos a las Mujeres.
Escrito por Gladis Lee, estudiante de Máster General Sanitario en la Universidad Autónoma de Madrid.