El estrés laboral es una de las problemáticas más frecuentes que nos encontramos en consulta. Durante los últimos años ha ido aumentando su prevalencia y por tanto el interés de su estudio.
Desde psicología podemos definir el estrés como una respuesta fisiológica, cognitiva y comportamental del individuo que se produce ante demandas del contexto y que este trata de adaptarse. Cuando el estrés se produce en el contexto laboral, hablamos de estrés laboral. De acuerdo con la OMS el estrés laboral se presenta cuando encontramos un desajuste entre las exigencias y presiones del trabajo con las habilidades, estrategias y control de los trabajadores.
Estos últimos años nos encontramos en un estado de emergencia mundial a causa del COVID-19, esto ha ido generando una serie de cambios que no solo impactaron a nivel personal, sino también en el área laboral y de las organizaciones (Wolrd Health Organization, 2020).
Las cargas laborales, preocupaciones y niveles de incertidumbre aumentaron impactando sobre la salud física y psicológica. Esto afectó en un aumento de prevalencia de diferentes problemáticas etiquetadas como “estrés”, “ansiedad” “depresión”.
Sin embargo, a pesar de encontrar una afectación más notoria en los últimos meses provocado en parte por la situación de emergencia sanitaria en la que nos encontramos, esta problemática ha ido acompañándonos e incrementándose notablemente en los últimos años.
Dejando a un lado multitud de variables en relación a las exigencias y presiones en el mundo laboral actual, que, por supuesto influyen notablemente en el aumento de estrés laboral, nos vamos a centrar en las habilidades y gestión individual por parte de los trabajadores.
En este punto podemos hablar de las estrategias de afrontamiento, a pesar de las controversias de diferentes autores acerca de la explicación de estrés laboral, encontramos un acuerdo en que el “afrontamiento” es un moderador importantísimo en el estrés laboral y variable muy determinante en el desarrollo del llamado burnout o síndrome de desgaste. Este concepto se referiría a la consecuencia de un estrés continuado y mantenido en el tiempo generando en el trabajador un agotamiento físico, emocional y cognitivo (Olivares, 2017).
Estas estrategias de afrontamiento, o, mejor dicho, conductas que pone en práctica el trabajador ante el aumento de presiones y demandas percibidas guardan un papel fundamental en el desarrollo y mantenimiento de estrés laboral.
Encontramos diferentes estrategias o conductas puestas en marcha ante estas situaciones como son conductas evitativas o de escape que aumentan los niveles de estrés laboral y probabilidad de desarrollar el “síndrome de desgaste”. Lo mismo ocurriría con la sobre implicación laboral, aquí podemos hablar de variables como el aumento de tiempo a nivel laboral o el no establecimiento de límites entre otros (Garrosa, Morante, Moreno-Jiménez, Rodríguez-Carvajal y Seminotti, 2005).
En un extremo tenemos como acabamos de indicar un patrón comportamental evitativo que resulta bastante habitual ante la sensación de presión y de falta de control en cuanto a las demandas laborales. Evitar el trabajo o procrastinar es una conducta que en muchas ocasiones se pone en marcha ante pensamientos como “no soy capaz de tanto” “no llego a tanto”, lo que aumenta la sensación de presión, malestar y agobio. Esto favorece llevar a cabo una evitación o escape, dejando de realizar estas demandas laborales inmediatas.
Sin embargo, la evitación de estas tareas, acaban favoreciendo el aumento de trabajo y por tanto aumentando y retroalimentando las sensaciones de presión y agobio, favoreciendo un estado de malestar en el trabajo.
En ocasiones, es frecuente encontrarnos más demandas en el trabajo de los recursos del individuo, al igual que frecuentemente vemos como los trabajadores acaban asumiendo trabajos y responsabilidades que no son de su competencia.
En ocasiones, asumir estas demandas suele ocurrir tras ciertos temores o ideas irracionales previas -objetivo de trabajo en consulta- como por ejemplo “van a pensar que no me involucro en el trabajo” “si es mi jefe tengo que asumir todo el trabajo que me diga” o debido a ciertos conflictos interpersonales o las anticipaciones a estos.
Estos patrones conductuales o estrategias, el trabador las pone en marcha porque ha ido obteniendo una serie de refuerzos inmediatos, es decir, se ha ido adaptando a corto plazo y ha ido consolidando esta forma de enfrentarse ante tales situaciones conflictivas en el trabajo. Sin embargo, estas estrategias están resultando problemáticas en el día a día de los trabajadores, que no disponen de herramientas para consolidar otros patrones de afrontamiento más adecuados.
Por ejemplo, es importante trabajar en consulta una organización adecuada o una comunicación interpersonal adecuada, entre otras.
Por todo lo comentado hasta ahora, conviene acudir a un profesional ante estas situaciones problemáticas y de malestar etiquetadas como “estrés laboral”. Es importante, evaluar la situación concreta a la que se está enfrentando el profesional y, por tanto, establecer una serie de pautas para resolver y aprender a gestionar este tipo de situaciones.
Referencias:
Garrosa, E., Morante, M.E., Moreno-Jiménez, B., Rodríguez-Carvajal, R. y Seminotty, R.
(2005). El burnout médico: la ansiedad y los procesos de afrontamiento como factores
intervinientes. Ansiedad y estrés, 11 (1), 87-100.
Olivares, V. (2017). Comprendiendo el Burnout. Ciencia y Trabajo, 58, 59-63.
World Health Organization. (2020). Consideraciones relativas a los ajustes de las medidas de salud pública y sociales en el contexto de la COVID-19.