¿Alguna vez has oído la frase “Llorar es de débiles” referida a los hombres o “¡Qué dramática, siempre llorando!” referida a las mujeres?
Las normas sociales y las expectativas de género que conforman nuestra sociedad influyen en el papel que las emociones juegan en nuestro día a día.
Si además añadimos que vivimos a un ritmo desenfrenado, ahogados en la rutina, rara vez nos planteamos cómo estamos o cómo nos sentimos. Y no nos referimos a la típica respuesta de “bien” o “mal”, sino a la capacidad de identificar qué emociones siento, de dónde vienen y a dónde me llevan.

¿Emociones?, ¿se comen?, ¿se tocan?
Si nos preguntan qué son las emociones seguramente nuestra respuesta caiga en etiquetas tales como alegría, tristeza, asco, miedo, ira, etc, pero… ¿qué hacen las emociones, qué función cumplen?
Las emociones son un conjunto de respuestas que aprendemos a tener frente a diferentes situaciones con el objetivo de adaptarnos (y sobrevivir, primitivamente hablando) a estas. De esta forma, en base a nuestra experiencia previa, o lo que llamamos historia de aprendizaje, respondemos de una forma u otra dependiendo de las consecuencias de nuestros actos en cada situación.
Con un ejemplo se entiende mejor. Si cuando te sientes triste, lloras y le cuentas a tu amiga por qué estás llorando y tu amiga te escucha y te consuela, ayudándote a sentir mejor, es probable que aprendas que esa forma de expresar la tristeza te funciona para sentirte mejor. Si, por el contrario, tu amiga responde diciéndote: “no es para tanto, eres una dramas, deja de llorar, no tienes motivos para estar triste…”, esto no te ayudará a sentirte mejor, y por tanto, aprenderás que llorar porque te sientes triste “está mal”. En este caso, lo que ha hecho tu amiga es lo que llamamos invalidar.
Cuando nos invalidan, están desestimando o minimizando nuestras emociones, haciéndonos sentir que las respuestas emocionales son inapropiadas o incorrectas
En línea con lo que mencionábamos anteriormente, si la sociedad premia a los hombres que no lloran porque son aparentemente “fuertes” y castiga a las mujeres que lloran bajo la etiqueta de “dramáticas” o “sensibles”, adquirimos un bloqueo emocional que a largo plazo nos impide discriminar cómo nos hacen sentir diferentes situaciones.
La buena noticia es que podemos aprender a reconocer cómo nos sentimos y el simple hecho de ponerle nombre a lo que nos pasa, nos da mayor control sobre la situación. De esta forma podemos identificar qué situaciones y variables desencadenan nuestras emociones y cuál es nuestro patrón de respuesta, ayudándonos a disminuir parte del malestar que sentimos.

¿Te sientes identificada/o o crees que puedes estar bloqueada/o emocionalmente? Desde ÍTACO nuestro trabajo como psicólogas es guiarte y facilitarte las herramientas que, a ti
de forma individual, te ayuden a conocerte y a gestionar aquello que te hace sentir malestar.
Referencias
Gross, J. J., & Muñoz, R. F. (1995). Emotion regulation and mental health. Clinical Psychology:
Science and Practice, 2(2), 151-164.
Cannon, W. B. (1931). The wisdom of the body. W. W. Norton & Company.
Kazdin, A. E. (2013). Behavior Modification in Applied Settings. Waveland Press.
Skinner, B. F. (1953). Science and Human Behavior. Macmillan