¿Alguna vez te has parado a pensar qué son los celos?
Cuando hablamos de celos lo primero que nos viene a la cabeza es describirlos como un miedo a perder a mi pareja, a que me deje, a que le guste o se enamore de otra persona, en definitiva, una emoción extremadamente desagradable en la que aparece esa presión en el pecho, ese acelerón en el corazón, ese dolor de estómago o tensión por todo el cuerpo. Si bien suena más romántico utilizar la palabra celos, esta conducta encubierta (no observable) no es más que ansiedad ante situaciones que me generan una enorme incertidumbre en mi relación.
Aunque es verdad que los celos son una conducta encubierta, a lo que nos referimos es a un conjunto de pensamientos con un contenido negativo, catastrófico y anticipatorio con el que alcanzamos conclusiones sesgadas, en un intento por explicar aquello de lo que nos falta información, reinterpretando la realidad a nuestro antojo.
Pero también son conductas manifiestas, observables, esas actuaciones que realizamos para comprobar que, efectivamente, tenemos razón y todo lo que estábamos pensando era verdad y, por lo tanto, no se me está yendo la pinza, me está poniendo los cuernos y ya no me quiere.
¿Cómo surgen los celos?
Cuando tenemos una relación (y no exclusivamente de pareja), apostamos a ciegas teniendo la expectativa de que el resultado va a ser satisfactorio, asumiendo que esa nueva relación nos va a proporcionar felicidad y va a ir todo lo mejor posible. Pero la verdad es que no tenemos ni la más mínima idea de cómo va a salir. Las expectativas que hemos depositado en esta apuesta solo reflejan lo que me gustaría que ocurriera, no la realidad, por lo que nos aventuramos a experimentar una situación donde la incertidumbre es la característica principal, ya que no sé cómo va ir, cómo de bien nos vamos a entender, cuanto tiempo va a durar, ni cómo me voy a sentir.
Esta incertidumbre está implícita en la decisión de iniciar un nuevo proyecto vital y, cuando nos falta información, porque desafortunadamente no adivinamos el futuro, la sensación de descontrol es inmensa, por eso no es de extrañar que reaccionemos sintiendo esa ansiedad que, cuando está relacionada con nuestra relación de pareja, hemos denominado celos.
¿Por qué no puedo dejar de ser celoso/a?
Como ya has leído, tus celos no aparecen de la nada, son las situaciones de incertidumbre las que hacen que se manifiesten celos, y estas puede venir de cualquier escenario cotidiano que no sea el que esperas, como que tu pareja no te responda a los whatsapps, que no te coja el teléfono, que se retrase más de lo habitual en llegar a casa, que reciba una llamada en un momento del día que a ti no te cuadra, que tenga un plan del que tú no participas, que hable mucho de un/a compañero/a de trabajo o, incluso, que no tenga ganas de mantener relaciones sexuales. En el mismo instante en el que se producen conductas de tu pareja que no coinciden con tu expectativa, la alarma se enciende y comienzan los nervios.
Aunque experimentar cierta ansiedad en situaciones que no controlamos es completamente normal, todo se complica y se convierte en problemático cuando intentamos recuperar ese control que sentimos perdido, pretendiendo lograr certidumbre de algo que no depende de nosotros mismos. Y es aquí donde aparecen los celos que se dejan ver en forma de pensamientos bucle de los que no conseguimos deshacernos “¿por qué no me responde a los mensajes?, le he llamado tres veces y no lo coge, está tardando mucho en llegar en casa, ya debería estar aquí, si sigue por ahí seguro que ha ido esa amiguita suya y no me lo ha querido decir, ¿por qué no para de hablarme de su compañero?, a ver si se va a estar enamorando de él, ¿quién le escribirá a estas horas?, ¿quién le estará llamando si están aquí todos sus amigos?, no me lleva a la fiesta porque sabe que va a ir ese tío y quiere estar con él, seguro que le prefiere antes que a mí porque se ríen mucho, ya no me quiere, hace semanas que no tenemos relaciones sexuales, ya no le gusto, seguro que se está acostando con otra, me va a dejar…”.
Estos pensamientos repetitivos aportan momentáneamente cierta calma y, por un momento, parece que llegan a reducir la incertidumbre que sientes, proporcionándote la falsa sensación de que lo tienes todo controlado. ¡Error! Acabas de entrar en un círculo vicioso que por sí mismo es altamente reforzante, y ya no es necesario que encuentres la respuesta que buscas tras haberle dado 40 vueltas a la situación, para que sigas pensando en ello sin parar. Lo que todavía no has pensado es que, te guste o no, si tu pareja se quiere ir lo hará, y pensarlo 3 horas al día no va a prevenirlo. Es este bucle el primer elemento que va a mantener hasta el infinito tu inseguridad, tus celos, tu ansiedad que, además, cada vez es más grande, por lo que ahora necesitas una nueva forma de reducirla, de recuperar el control que has vuelto a perder, así que la mejor opción es pasar a la acción para obtener información.
Es entonces cuando te pones a realizar comprobaciones, revisando los mensajes de su teléfono, las llamadas entrantes y salientes, los bolsillos de las chaquetas, oliéndole la ropa, buscando entre sus cajones e, incluso, preguntando ¿qué has hecho hoy?, ¿con quién has estado?, ¿qué tal te lo has pasado?, ¿a dónde vas?, ¿con quién has quedado? porque aquí la intención no es mostrar un interés genuino por su divertimento, sino obtener la información que buscabas para rellenar las lagunas de tu historia inventada.
El gran inconveniente de esta conducta es que, si buscas algo guiándote por un pensamiento sesgado, no importa lo que encuentres, sino cómo interpretes lo que has encontrado, hasta el punto de que, si ves un mechero de otro color al que suele usar, o una mancha de vino tinto en su ropa cuando sabes que no le gusta el vino, vas a pensar ¡es que lo sabía! Y a considerarlo una prueba irrefutable de que te está engañando, ha estado con esa persona, o va a dejarte. Obviando así las otras 35 millones de explicaciones más probables.
Pero esto no acaba aquí, porque como de verdad te crees que has confirmado tus sospechas, la ansiedad celosa vuelve aparecer, y vuelves a colocarte en la casilla de salida, en la que cualquier conducta de tu pareja es susceptible de ser cuestionable y será necesario que vuelvas a hacer tus pesquisas para corroborarlo, convirtiéndote en esclavo de tus propias creencias falsas. El dato que te falta es que los pensamientos, las emociones y los comportamientos no son independientes, se influyen mutuamente entre sí, y si te sientes mal porque piensas que tu pareja te va a abandonar o te va a engañar, vas a comportarte cada vez de forma más errática, porque estás hipervigilante y cada vez cuestionas más cualquier cosa que haga o diga, hasta que llegue un momento que tu pareja se harte y, ¡oh casualidad!, ¡tendrás tu profecía autocumplida recién horneada!, porque ya sabías tú que te iba a dejar. Si alguien cuestionara todo lo que haces y dudara de todo lo que dices, ¿no terminaría cansándote a ti también?
Pero, si todos vivimos situaciones de incertidumbre de forma cotidiana, ¿por qué no todos/as somos celosos/as?
La respuesta más común a esta pregunta es que “soy celoso/a porque soy inseguro/a”. La realidad es que esta explicación es simplista e incorrecta porque, como ahora sabes, la inseguridad no es la causa de tus celos, sino la consecuencia. ¿Cómo no te vas a sentir inseguro/a si pretendes tener bajo control algo que no depende de ti? ¿Intentarías controlar el clima con pensamientos encadenados con el único objetivo de que mañana no lloviera? Pretender controlar aquello que pueda pasar en un futuro no es ni posible ni realista. Si te pasas el día pensando que no te quieren, que te van a dejar o que te están engañando ¿no te parece apropiado sentirte inseguro/a?
Para que aparezcan los celos deben darse un conjunto de variables y condiciones estimulares simultáneamente. Atribuir una causalidad única a un comportamiento es prácticamente imposible, ya que no vivimos aislados/as y cada uno/a de nosotros/as, con nuestras características particulares (habilidades de afrontamiento, experiencias previas, habilidades de comunicación, motivaciones…) interactuamos con nuestro entorno de forma constante y ese entorno incluye la cultura de la que formamos parte y de la que no podemos escapar. En ella, la socialización de género, ese proceso por el cual aprendemos socialmente las conductas, expectativas, actitudes y atributos típicamente masculinos y femeninos, y las reglas verbales creadas alrededor del mito del amor romántico, ejercen una enorme influencia.
¿Leyendo esto te has sentido identificado/a? Si te has sentido identificado/a con estas emociones y comportamientos, se recomendamos buscar ayuda profesional para poder aprender estrategias de afrontamiento alternativas que te permitan gestionar de una forma más adaptativa aquello que temes.