Muchas personas afirman que, cuando tengan hijos o hijas, nunca recurrirán a las pantallas para calmarlos o para disfrutar de un momento de calma. Sin embargo, cuando llega el momento, no siempre es posible seguir esa crianza idealizada.
El uso de dispositivos electrónicos ha supuesto un gran cambio para la sociedad en general. Al tiempo que pasábamos delante de una pantalla de televisión, se han sumado otras pantallas como las de los ordenadores y, sobre todo, las de los teléfonos móviles y tabletas digitales cuyo uso ha aumentado de forma considerable en los últimos años.
El uso de pantallas es un recurso cada vez más utilizado por los progenitores para calmar o entretener a los niños y las niñas, sin embargo, desde un punto de vista psicológico, si se utiliza de manera frecuente como estrategia para calmarles o atender otras tareas puede tener efectos negativos a largo plazo en su desarrollo emocional, social y cognitivo.
Algunos de estos efectos perjudiciales pueden ser, por un lado, desarrollar una dependencia a esos estímulos externos cada vez que están frustrados o aburridos impidiendo que aprendan a regularse de manera autónoma y evitando que aprendan otras estrategias de afrontamiento en estas situaciones, y, por otro lado, pueden tener problemas en el desarrollo de habilidades sociales como la comunicación, la empatía y la resolución de conflictos.
Asimismo, un uso excesivo de pantallas disminuye el tiempo que los niños y las niñas tienen para jugar de manera espontánea, lo cual puede afectar a su capacidad para desarrollar habilidades como la creatividad, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Además de lo mencionado anteriormente, un exceso de horas de pantalla se asocia de forma negativa con el ejercicio físico, mayores problemas de sueño, problemas de visión, problemas de comportamiento y un peor rendimiento académico. El uso de pantallas y su impacto en los niños y las niñas no solo depende del tiempo de exposición, sino que también tiene que ver con otras cuestiones como el contenido consumido y el tipo de contexto en el que se produce la exposición. Por ello, es importante controlar el tiempo de exposición, promover un consumo de contenidos de calidad y hacer un uso correcto y responsable de estos medios, utilizando las pantallas de manera moderada y adecuada a la edad de los niños y las niñas.
“Recurrir siempre al uso de pantallas puede ser perjudicial y provocar rabietas más intensas”
La Organización Mundial de la Salud recomienda evitar el uso de pantallas a los menores de 2 años, no más de 1 hora para los niños y las niñas de 2 a 4 años, y menos de dos horas entre 5 y 17 años, con especial cuidado con las redes sociales. Además, se recomienda el uso de aplicaciones de control parental para que los padres y madres puedan supervisar el contenido al que acceden los niños y las niñas en internet y controlar el tiempo de uso de los dispositivos.
Conciliar vida familiar y laboral es complicado para la mayoría de progenitores
Muchos padres y madres se sienten culpables por tener que recurrir a las pantallas en momentos de rabietas o en situaciones donde tienen que atender sus obligaciones diarias o simplemente descansar un rato. En general, los progenitores pueden experimentar culpa cuando piensan que han roto ciertas reglas o normas de carácter personal, social, ético, religioso o sexual. Esta culpabilidad puede surgir tanto por realizar algo que consideran inadecuado como por no cumplir lo que se supone que es su obligación o responsabilidad.
Por tanto, muchos padres o madres se sienten culpables porque piensan que no están haciendo lo que deberían.
Todo esto surge porque vivimos en una sociedad repleta de normas no escritas que van más allá de las leyes y nos indican lo que es correcto o incorrecto. La atención a los hijos e hijas, es una de esas normas. Cuando no logramos cumplir con dichas expectativas surge esa culpabilidad. Sin embargo, es importante saber que esta culpabilidad es un sentimiento normal que no debe condicionar la vida cotidiana.
Proponer la eliminación total de las pantallas es un discurso fácil pero poco realista, ya que, a diario es probable que tengas que atender la casa, o teletrabajar, o simplemente descansar un rato o ver una serie sin interrupciones.
No eres ni mejor ni peor madre o padre por permitir que tus hijos e hijas usen pantallas en un momento determinado. El uso de dispositivos electrónicos no define la calidad de la crianza, lo importante es cómo se gestiona ese uso y el equilibrio con otras actividades o alternativas que los padres o madres ofrecen. Mientras tú trabajas, preparas la cena o ves el último capítulo de esa serie que tanto te gusta, las pantallas pueden ser una herramienta que, bien utilizada puede formar parte de una crianza responsable.
El tiempo de pantallas no es bueno o malo en sí mismo, sino que se define por las diferentes formas de interactuar, crear y aprender con y a través de tecnologías digitales. Lo más conveniente es construir juntos, padres, madres, hijos e hijas, un contrato que incluya “espacios y momentos libres de pantallas” más que cantidad de horas.
Por ejemplo, se recomienda evitar el uso de la televisión y las pantallas durante las comidas, restringir el uso de pantallas una hora antes de dormir, adaptar el contenido a la edad de los niños y las niñas, no disponer de televisión u ordenador en el dormitorio del niño o de la niña y disponer de tiempo libre de dispositivos entre madres, padres, hijos e hijas.
Además, es importante que padres y madres pongan límites y normas claras, cumplan con las reglas acordadas, se mantengan firmes y construyan un modelo de auto-regulación si quieren recurrir a este tipo de recursos.
“Aunque el uso de pantallas no sea lo más aconsejable, no se debe estigmatizar su uso ocasional”
¿Por qué es tan común recurrir a las pantallas?
Muchas personas suelen tener una visión idealizada de la crianza y plantean normas estrictas, como evitar el uso de pantallas para calmar a sus hijos e hijas o entretenerlos. Sin embargo, cuando finalmente se enfrentan a la realidad de ser padres y madres, descubren que el día a día puede ser mucho más exigente, agotador e impredecible de lo que imaginaron.
Esto lleva a utilizar estrategias o herramientas que antes rechazaban o pensaban que nunca utilizarían como es el uso de pantallas. La falta de sueño, la sobrecarga de las responsabilidades diarias lleva a los padres a buscar soluciones rápidas para poder atender sus responsabilidades o simplemente descansar. Por ello, es tan común recurrir al uso de pantallas, ya que es un recurso de fácil acceso, eficaz y socorrido que ofrece un refuerzo muy inmediato tanto para padres y madres como para los niños y las niñas.
El uso de estos dispositivos ofrece una estimulación muy potente a los niños y las niñas, captando su atención muy rápidamente, manteniéndolos entretenidos y tranquilos, lo cual permite a los progenitores enfocarse en otras tareas o tener un respiro.
Asimismo, aunque el uso de dispositivos electrónicos puede ser una herramienta útil en determinados momentos, es fundamental equilibrar su uso con tiempo de calidad dedicado a la interacción personal con nuestros hijos e hijas para favorecer su desarrollo en diferentes áreas, fortalecer el vínculo familiar y proporcionar un espacio seguro y enriquecedor en el que puedan crecer.
¿Qué pueden hacer los padres y madres que quieren dejar de recurrir a las pantallas en momentos críticos o hacerlo menos?
Se recomienda poner en práctica otras formas de entretenimiento como:
- Juegos de creatividad: dibujar y pintar, jugar con plastilina, hacer puzles, manualidades, juegos de construcción con bloques etc.
- Juegos de mesa
- Lectura o cuentos
- Actividades físicas
- Cantar
- Bailar
- Tocar un instrumento
- Escribir
- Escuchar música
- Participar en tareas del hogar: involucrar a los niños en tareas como ayudar en la cocina, les da una sensación de logro y responsabilidad, que fortalece la confianza en sí mismos. ¡Verás que orgullosos se sienten después!
Además, es clave para su bienestar proporcionarles herramientas que les permitan desarrollar correctamente habilidades de autorregulación. A continuación, os recomiendo algunas:
- Pautas para manejar la ansiedad: ejercicios de respiración o yoga infantil.
- Pautas para manejar el aburrimiento: enseñarles que el aburrimiento en sí no es negativo si no que favorecer la creatividad e imaginación para encontrar formas alternativas de ocupar el tiempo. Explicarles que es algo normal y que no siempre tenemos que estar ocupados.
- Pautas para gestionar la frustración: proporcionar un espacio seguro para que hablen de cómo se sienten, mantener la calma, enseñarles que es algo pasajero, mostrar estrategias para resolver problemas y reforzar cuando manejen bien estas situaciones.
Una estrategia fundamental en la crianza de los niños y las niñas es motivarlos a descubrir actividades o hobbies que disfruten. Se trata de que los niños encuentren actividades divertidas que estimulen su creatividad e imaginación.
Estas alternativas pueden ser eficaces para gestionar el tiempo libre de los niños y las niñas y reducir el uso de pantallas, ofreciendo diferentes estímulos que promuevan su desarrollo en diferentes áreas.