Normalmente, cuando pensamos en violencia, nos enfocamos en su manifestación física o psicológica. Sin embargo, en nuestra vida cotidiana nos enfrentamos a formas más sutiles o silenciosas de abuso que son igualmente perjudiciales. Entre estas formas de abuso se encuentra la violencia estética.
La violencia estética está vinculada con la validación de un único estándar de belleza, que define cuerpos hegemónicos y deseables. Por tanto, aquellos que no se ajustan a este ideal son excluidos y se consideran menos valiosos.
Durante siglos, la belleza se ha impuesto a las mujeres como un requisito imprescindible para demostrar su feminidad. Sin embargo, fue en la sociedad contemporánea cuando estos estándares se popularizaron ampliamente mediante una constante inundación de imágenes inalcanzables de actrices, modelos y cantantes.
En la actualidad los conceptos de belleza están arraigados en criterios sexistas, raciales, gerontofóbicos y gordofóbicos, exigiendo a las mujeres que se ajusten a los cánones predominantes. Por ejemplo, el modelo de mujer ideal que se nos ha presentado tiene dos facetas: una con curvas prominentes, la de grandes senos y caderas, cintura pequeña y glúteos grandes; y otra delgada, sin curvas ni proporciones definidas.
Aquellas que no se ajustan a estos estereotipos son víctimas de discriminación, exclusión y violencia, lo que genera una presión social que las lleva a recurrir a modificaciones estéticas innecesarias, invasivas y riesgosas a través de productos y servicios ofrecidos por las grandes industrias cosméticas, farmacológicas y quirúrgicas. Industrias que generan grandes fortunas gracias a nosotras.
La percepción del cuerpo se ve moldeada por las tendencias de la moda vigentes de cada contexto, lo que implica seguir esas normas para recibir una buena valoración social.
¿Qué es la violencia estética?
La violencia estética hacia las mujeres se refiere a la discriminación, el acoso y la opresión que sufren las mujeres debido a su apariencia física, su cuerpo, su vestimenta o cualquier otro aspecto relacionado con su imagen.
La violencia estética constituye un “mecanismo de control” para mantener a las mujeres recluidas en el ámbito privado, ocupadas, distraídas, y alejadas de los espacios de poder y toma de decisiones.
Además, para el sistema, es funcional que las mujeres estén descontentas y odien sus cuerpos para que consuman de forma continua productos cosméticos y farmacéuticos, y se sometan a procedimientos invasivos para modificar su apariencia física.
Actualmente, las mujeres y las niñas están más expuestas a la violencia estética a través de redes sociales como Instagram y TikTok, que se basan en compartir imágenes y vídeos, frecuentemente con filtros, donde los estándares de belleza hegemónicos adquieren una gran influencia.
¿Acaso veis normal que niñas de 10 años vayan a las grandes superficies en busca de cremas antiedad y Sérums rejuvenecedores?
El aumento en la adquisición de cremas antiedad y Sérums por parte de niñas tan jóvenes, a menudo bajo la influencia de influencers y creadores de contenido en redes sociales es preocupante. Por tanto, es esencial que los padres, madres y tutores estén atentxs a las actividades en línea de sus hijos y les orienten sobre el uso responsable de las redes sociales y la importancia de mantener una imagen corporal positiva y realista.
Lo mencionado anteriormente implica un aumento de las exigencias relacionadas con la apariencia física de las mujeres, así como un mayor acceso y exposición a estas presiones, favoreciendo el acceso a:
- Numerosas dietas restrictivas
- Sesiones infinitas en gimnasios
- Acceso a medicamentos y productos “milagrosos”
- Tratamientos estéticos o “retoques”: inyecciones de relleno dérmico, Botox, tratamientos láser y Microblading entre otros procedimientos.
- Operaciones de cirugía estética: las más comunes son las cirugías de pecho, la liposucción, la abdominoplastia, la cirugía de párpados, la rinoplastia y la cirugía de orejas u otoplastia.
La violencia estética puede manifestarse de diferentes maneras y cumple con las siguientes características:
⦁ Presión por cumplir con ideales de belleza poco realistas.
⦁ Comentarios y críticas sobre la imagen corporal. Incluso entre mujeres, surgen críticas como “eres un desastre”, “no te cuidas”, “deberías arreglarte un poco” … Sentimos la necesidad de mejorar nuestros cuerpos para ser aceptadas por la sociedad.
⦁ Sexista: impone estándares de belleza específicos que refuerzan y perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres. Aunque puede afectar a todas las personas, la presión y la exigencia social recae principalmente en mujeres y en su sentido de feminidad.
Por ejemplo, en los hombres está bien visto que tengan “tripita” o “canas”, pero en las mujeres esto se interpreta como señal de descuido. Por tanto, el hombre es aceptado tal y como es, sin presiones sociales, mientras que el género femenino se enfrenta a numerosas presiones constantemente.
⦁ La competencia entre mujeres se desarrolla cuando se establece una comparación constante entre ellas en términos de belleza, cuerpo, ropa y otros aspectos relacionados con la apariencia.
⦁ Racial: normalmente destacan los cuerpos que se ajustan a estándares occidentales, por ejemplo, la piel blanca, dejando de lado la diversidad corporal que a veces está vinculada al contexto racial y a las condiciones geográficas.
⦁ Rechaza la concepción de la vejez como belleza y favorece rostros que carecen de arrugas o manchas en la piel. El ideal de belleza femenino ha generado una obsesión por mantener una apariencia joven, considerándola un requisito esencial para ser considerada hermosa.
Los medios de comunicación muestran principalmente rostros maquillados con algún que otro “retoque” y cuerpos que parecen ser “perfectos” para que sean visualmente más atractivos con el fin de promover productos comerciales.
En concreto, la publicidad, destaca como un medio muy poderoso para mantener estos estándares de feminidad, promoviendo una lucha contra la flacidez, las arrugas, la celulitis y cualquier característica que no se ajuste a los cánones establecidos. De este modo, los cuerpos femeninos se convierten en objetos susceptibles de ser modificados.
⦁ Gordofóbica: perpetúa la discriminación y el estigma hacia las personas con cuerpos considerados como “gordos” o con “sobrepeso”. Rechaza los cuerpos “gordos” o con curvas que se salen de la norma.
“Se nos hace creer que las personas gordas son inferiores”
⦁ Discriminadora: no reconoce la diversidad funcional y de capacidades.
⦁ Representa los estereotipos de género al definir criterios sobre lo que se percibe como masculino o femenino en términos de vestimenta, calzado y el empleo de cuidado personales como el peinado o la aplicación de esmalte de uñas.
¿Cuáles son las consecuencias?
La violencia estética puede tener efectos perjudiciales tanto a nivel individual como a nivel social. La presión constante para cumplir con estándares de belleza poco realistas puede provocar:
- Respuestas fisiológicas de activación “Ansiedad”
- Inseguridad/insatisfacción corporal
- Bajo estado de ánimo
- Impacto negativo en la autoestima
- Desarrollo de problemas relacionados con la alimentación
- Sensaciones de discriminación y exclusión social y laboral.
- Impacto en las relaciones interpersonales
¿Qué hacer ante este tipo de violencia?
Medios de comunicación como la publicidad y las redes sociales son los principales canales por los cuales se ejerce este tipo de violencia.
Hay acciones individuales que pueden tener un impacto significativo en la reducción o eliminación de la violencia estética dentro de un contexto determinado. Algunas de estas acciones incluyen:
⦁ Revisar el contenido de tus redes sociales.
⦁ Evitar hacer comentarios sobre el físico de otra persona, los clásicos: “qué guapa estás, has adelgazado un montón”, “estás muy flaca”, “estás más gorda”, “deberías comer más”, “deberías comer menos”, “eso no te queda bien”, “te has hecho algo” …
⦁ Eliminar comentarios de burla, por ejemplo: “parece un hombre”, “con unos kilos menos ese outfit le quedaría mucho mejor”, entre otros.
⦁ Si quieres elogiar a alguien, enfócate en reconocer sus atributos, cualidades o habilidades, evitando centrarte en su apariencia física.
⦁ Intenta “amar tu cuerpo sin necesidad de cumplir los estándares que maneja la sociedad”.
Los hombres también pueden experimentar violencia estética, aunque en menor medida. En su caso, los estándares de belleza se relacionan con la estatura, la musculatura y otros aspectos físicos.
Para abordar la violencia estética se requiere:
⦁ La colaboración colectiva con acciones gubernamentales, programas educativos y campañas de sensibilización en redes sociales.
⦁ Reconocer y abordar la violencia estética como una forma de violencia de género y trabajar hacia la construcción de una sociedad más igualitaria y respetuosa.
⦁ Desafiar los estándares de belleza irreales y promover la aceptación y valoración de la diversidad de cuerpos y apariencias en todas sus formas.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
(Simone de Beauvoir)
Escrito por: Alejandra Rus
Referencias
Balseca Veloz, A. P. (2023). La presión estética una manifestación más de violencia contra las mujeres.