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Autoestima infantil: claves para un buen desarrollo durante la infancia 

La autoestima juega un papel fundamental en el desarrollo de un individuo, ya que comprende desde la satisfacción general en todas las áreas de su vida hasta las acciones que puede llegar a realizar por sí mismo/a.

En este artículo, se explicará el concepto de autoestima y se plantearán las bases más importantes para cuidar la autoestima de los más pequeños y pequeñas.

Uno de los primeros autores en utilizar el concepto de autoestima, el psicólogo estadounidense Carl Rogers, la definió en 1967 como “un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refiere al sujeto, lo que el sujeto reconoce como descriptivo de sí y que él percibe como datos de identidad”.

Más adelante, otro autor referente, Rosenberg, en 1973, la describió como “actitud positiva o negativa hacia un objeto en particular: el sí mismo”.

Según definiciones más actuales, la autoestima es considerada como una manera relativamente estable de pensar, sentir y actuar en relación con quienes somos. No se trata solo de lo que pensamos sobre nosotros/as mismos/as sino también cómo nos comportamos (Roca, 2014).

Una niña o un niño con alta autoestima tendería a percibirse como valioso/a en diferentes ámbitos, tiene capacidad de afrontar dificultades y circunstancias complicadas, y, por lo tanto, tiene menos probabilidades de desarrollar problemas psicológicos en el futuro.

Debido a que la autoestima forma parte del vocabulario habitual popular, se han creado a su alrededor ciertas creencias erróneas que no ayudan a la hora de trabajar una buena autoestima. A continuación, se presentan algunas de las más comunes:

  • La autoestima es un rasgo de personalidad o un factor individual muy difícil de modificar: La autoestima se construye, se aprende a pensar, percibirnos y describirnos desde que nacemos, basándonos en las experiencias que tenemos y circunstancias que nos rodean. Por tanto, es posible de modificar y “reconstruir”.
  • Para tener una autoestima sana, tenemos que valorarnos positivamente en todas las áreas de nuestra vida: Tener una autoestima sana no significa ser perfectos o percibirnos como lo mejor en cada ámbito de nuestra vida. Una relación sana con nosotras mismas conlleva la aceptación de la “no perfección”, y no llegar a la necesidad de destacar en todos los campos y características personales.
  • Para que los demás me quieran, tengo que quererme primero: la construcción de la autoestima conlleva un aprendizaje interactivo entre nosotros y nuestro entorno, y aunque la valoración que uno/a tiene sobre sí mismo/a influye, no es una causa determinante, dándose casos donde la propia persona no se valora nada y las personas de su alrededor la quieren tal como es. Inferir que no podemos ser queridos/as porque nosotros/as mismos/as nos descalificamos sería un error.
  • La autoestima es una descripción objetiva sobre nosotras mismas: como se ha explicado anteriormente, la autoestima se basa en construcciones o interpretaciones de la realidad, es una descripción subjetiva sobre los hechos.

El entorno más próximo juega un papel indispensable en el desarrollo de la autoestima del niño/a, por lo que, tanto las personas de su hogar como el contexto escolar van a tener una gran importancia.

Desde las interacciones que tenemos cuando se sienten orgullosos/as o frustrado/as, hasta las cosas que en la familia asociamos con algo positivo o negativo, todo cuenta como aprendizajes que se integran día a día.

A continuación, se desarrollan algunos puntos que son importantes en situaciones cotidianas:

  • Cómo nos definimos a nosotros/as mismos/as: 

Puede que a veces caigamos en valorarnos en términos rígidos y limitados. Por ejemplo, medir nuestro valor mayormente a través de nuestro aspecto físico, si nos vemos guapos, atractivas o deseados socialmente. O únicamente por nuestro rendimiento “productivo”, en el caso de los/las niños/as en el entorno escolar, si sacan buenas o malas notas.

Por tanto, un cambio que va a ayudar a fomentar una autoestima más sana y positiva consiste en ampliar el rango de cosas que pueden hacernos valiosos/as. No solo dependerá del físico, o de las notas, sino también de otras características, habilidades, capacidades y talentos.

Un ejercicio o juego para fomentar esto, podría consistir en crear historias de diferentes personajes con diversidad de talentos y valores. Consiguiendo que se lleguen a asociar aspectos positivos de los personajes que él/ella puede tener. Por otro lado, también se podrán utilizar sus personajes favoritos o personas de alrededor que admiren como modelos. Por ejemplo, recalcar la admiración por Pepa Pig por lo amigable que es y relacionarlo con la propia personalidad del niño/a.

  • Generalizaciones: 

En muchas ocasiones, hablamos de nosotros como absolutos, por ejemplo, con frases como “es que siempre me sale todo mal” o “yo no sé hacer esto”. Para cuidar cómo nos hablamos y así dar lugar a explicaciones más prácticas que nos ayuden a mejorar, habrá que cambiar este tipo de frases por otras como “puede ser que esto me salga peor que otras cosas” o “esta actividad no se me ha dado como esperaba”.

Si un niño te dice “es que soy torpe” podríamos cambiarlo por “en este momento he sido torpe”, ya que en la primera frase se hace referencia a un atributo de su personalidad, y en la segunda, se alude a una acción concreta en un momento concreto que tiene más margen de mejora.

  • Información que reciben sobre lo que es “bueno” y “malo”: 

Cuando los niños y niñas hacen algo y le ponemos palabras a su comportamiento, estamos enseñándoles a calificar como positivo o negativo dicha acción.

Si constantemente reciben críticas y comentarios negativos sobre lo que hacen, puede comenzar a aparecer rechazo por las cosas que hacen y miedo al fracaso o al juicio social.Será mejor centrarnos en aspectos relacionados con el proceso que con el resultado, intentando dar instrucciones en positivo, con cosas que pueden hacer en vez de las cosas que no deben hacer. En vez de decirles “eso está mal, no lo hagas”, podemos decir “si lo intentas de esta manera, podrías mejorarlo aún más”. De este modo, enseñamos al niño/a una manera de hacer las cosas mejor, que podremos reforzar con mayor facilidad, que si simplemente nos quedamos en una crítica de algo negativo.

  • El efecto Pigmalión: 

Relacionado con los puntos anteriores, este fenómeno puede explicar parte del comportamiento de los niños/as según la interacción con los adultos que les rodean.

En 1968, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson estudiaron este efecto a través de un experimento en niños y niñas de una escuela. A algunos profesores se les dijo que ciertos alumnos tenían un alto potencial intelectual. Con el tiempo, se observó cómo estos niños mostraban mejoras en su rendimiento. El simple hecho de las creencias de los maestros sobre ellos, hacían que estos recibieran más apoyo y oportunidades que otros en la escuela, y por tanto, mejoraran con mayor rapidez.

La practicidad de este estudio en el día a día se traduce en la importancia de hablar a los/las niños/as desde un punto de vista de mejora y de capacidad, siempre y cuando sea algo posible para ellos/as.

Es normal que los/las niños/as enfrenten momentos de inseguridad, pero cuando esto se vuelve constante, puede ser una señal de baja autoestima. Algunos signos que nos pueden indicar una problemática psicológica son la autocrítica excesiva, el miedo a equivocarse continuado, la dificultad para aceptar cumplidos o la necesidad constante de aprobación. También pueden evitar nuevos desafíos por temor al fracaso, compararse negativamente con otros o aislarse socialmente. En algunos casos, esto puede ir acompañado de cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o tristeza frecuente.

Por último, es importante recordar que estas recomendaciones son generales, y cada problemática puede darse de una manera diferente en cada niño y niña. Por ello, si notas en ellos un miedo excesivo a equivocarse, aislamiento social o alguna problemática que sea difícil de manejar y persista en el tiempo, lo mejor es acudir a un psicólogo especializado para recibir una evaluación e intervención personalizada.

En caso de querer aprender más sobre esta temática u otros problemas infantiles, en ÍTACO tenemos talleres sobre psicología infantil adaptados a todas las necesidades, al igual que psicólogas que pueden ayudar a las familias con estas problemáticas.

Roca, E. (2014). Autoestima sana: una visión actual, basada en la investigación (2ª Ed.). ACDE Ediciones: Valencia.

Rogers, C. R., Rogers C. R. y Kinget, G. M. (1967). Psicoterapia y relaciones humanas. Teoría y práctica de la psicoterapia no directiva. Alfaguara: Madrid. 

Rosenberg, M. (1965). Society and the adolescent self-image. Princeton University Press: New Jersey.

Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom: Teacher expectation and pupils’ intellectual development. Holt, Rinehart & Winston.

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