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“Ya lo haré cuando tenga ganas, mientras no”

Puede que esta frase que sirve de titulo para este post la hayas escuchado en boca de alguna persona de tu alrededor o incluso la hayas podido pensar o verbalizar tu mismo/a.

Es muy común tener un discurso de estas características que al final se resume en: cuando tenga ganas, empezaré a disfrutar. Y vengo a explicarte que, si te quedas en esa espera, seguramente no encuentres el momento en el cual tengas ganas de nada.

Y para comenzar, explicaremos de dónde partimos, que es desde el enfoque conductual. Esto es importante por que entendemos la conducta como todo lo que hace un ser vivo en el contexto en el cual se encuentra. Para poder estudiar científicamente el por qué de determinadas conductas, nos apoyamos en las leyes de aprendizaje (como son el aprendizaje por asociación o el aprendizaje por consecuencias).
Teniendo en cuenta esta información, vamos a adentrarnos en explicar por qué esperar a tener ganas para hacer x cosas no es un patrón de comportamiento adaptativo a largo plazo.

En el manual DSM-5 se puede encontrar una definición que lo/as profesionales de la salud mental utilizaremos para encuadrar y etiquetar determinados patrones de comportamiento. Así, la depresión se caracteriza a grandes rasgos por una sensación profunda de tristeza y/o apatía. A parte se pueden encontrar una diferencia muy amplia en cuanto a sintomatología depresiva en cada persona, por lo que es importante e indispensable pararnos a evaluar diferentes ámbitos de dicha persona para elaborar un plan de tratamiento efectivo para las conductas que pueden estar facilitando el mantenimiento de ese bajo estado de ánimo o estado depresivo.

Volviendo a la explicación dada al comienzo y teniendo en cuenta que la conducta es toda interacción del individuo con su contexto, se pueden diferenciar distintos tipos de conducta en relación con la depresión o bajo estado de ánimo:

Conductas manifiesta: enlentecimiento motor, reducción considerable en la asistencia a planes sociales/familiares, evitación de actividades que anteriormente se disfrutaban…

Conductas cognitivas: aumento de pensamientos rumiativos (con alta probabilidad de ser irracionales), pensamientos suicidas…

Conductas fisiológicas: tristeza continuada, alteración en los patrones de sueño (por aumento o disminución), irritabilidad…

Es fundamental poder entender por qué determinadas conductas, como las expuestas, se mantienen e identificar cuáles son las consecuencias negativas a largo plazo. Y es aquí donde entran en juego dos aspectos muy relevantes:

Coste de respuesta, refiriéndonos al esfuerzo que supone llevar a cabo determinada conducta.

Valor reforzante, relacionado con los reforzadores o consecuentes agradables que obtenemos tras la ejecución de una conducta en concreto.

Por ejemplo, cocinar una tortilla francesa puede tener un coste de respuesta alto para Juan, debido a que está en el sofá tumbado y tiene que levantarse, caminar hasta la cocina, preparar la sartén, calentarla, poner aceite, esperar a que se caliente, batir unos huevos, echarlos en la sartén y cocinar la tortilla durante unos minutos. Aun así, el valor reforzante puede ser también alto si la tortilla francesa es su plato favorito, le encanta el sabor que tiene y además tiene hambre.

Entendiendo ya a lo que nos referimos con coste de respuesta y valor reforzante, el siguiente ejemplo va en línea con el famoso y tan socialmente utilizado “no tengo ganas”.

Olga es una mujer de 26 años, trabaja en una joyería de un centro comercial desde hace 1 mes y medio y vive actualmente sola en un piso cercano al de su madre.
Desde hace un mes, ha dejado de quedar con sus amigas los fines de semana ya que comenta que no tiene ganas de salir de su casa, que se encuentra muy cansada y le da mucha pereza. El tiempo libre que tiene lo pasa en su cuarto, durmiendo y viendo películas en alguna plataforma digital. Cuando llega a sesión, comenta que no le ha pasado nada malo con sus amigas, solo que cada vez le daba más pereza quedar con ellas y ahora lleva 1 mes sin verlas. Verbaliza que “cuando me encuentre mejor volveré a salir con ellas, pero ahora no tengo ganas ni fuerzas”.

Con la información plasmada se puede hipotetizar como la conducta de salir con sus amigas se ha condicionado aversivamente, teniendo en cuenta también que el cansancio tiene un papel importante en relación con el correlato fisiológico.

Con este aprendizaje de Olga, se ha discriminado un patrón de conducta evitativo:

Según van pasando los días y Olga va rechazando planes sociales propuestos por sus amigas, el coste de respuesta, es decir, el esfuerzo de acudir a determinado plan social va aumentando. Por el otro lado, al no exponerse a los consecuentes apetitivos de dichas quedadas, el valor reforzante de dicha conducta va disminuyendo. Es por esto por lo que se crea una ambiente idóneo para seguir manteniendo un patrón evitativo y se posibilita la generación del discurso “no tengo ganas de salir”.

En muchas de las ocasiones, se concibe que la solución es la búsqueda de esas ganas que me ayuden a poder volver a quedar con las amigas, a volver a ir al cine, a cocinar de nuevo o a visitar a mis familiares como antes. Pero temo decir que en ese punto estamos equivocado/as.

La solución es realizar esas conductas aun sin ganas y sé que suena difícil, pero tiene su por qué. Es altamente probable que, si nos quedamos esperando las ganas o la motivación, puede que pase el tiempo y posiblemente nada haya cambiado, y ¿sabes por qué? Porque las ganas no tienen patitas para venir corriendo hacia nosotras.

Se tiene que llevar a cabo un trabajo proactivo por parte de la persona para realizar actividades y así ponerse de nuevo en contacto con esas sensaciones agradables. De esta manera aumentará de nuevo el valor reforzante y tras la repetición de dichas conductas llevadas a cabo, el coste de respuesta irá disminuyendo.

De esta forma, desde terapia conductual, se implementa la activación conductual, una de las técnicas de intervención más aprobadas científicamente para el tratamiento de estados de ánimo bajo.

con todo lo explicado cabe destacar que es importante que tu tratamiento terapéutico sea individualizado, es decir, no vamos a comenzar a hacer todas las actividades posibles a la vez. Comenzaremos primero a identificar qué actividades pueden conllevar un mayor y menor coste de respuesta y el objetivo es ir añadiendo poco a poco determinadas actividades en el día a día, empezando por aquellas que sean menos costosas.
Nuestro trabajo como profesionales es guiar y facilitar, hasta donde el contexto nos lo permite, la adaptación del individuo a su entorno. Es por eso por lo que, si te has sentido identificado/a con lo explicado, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.

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