Los estándares de belleza llevan siglos estando presentes en nuestra sociedad. Sin embargo, en los últimos años y facilitado por el uso de las redes sociales, la influencia sociocultural asociada a la belleza está afectando más a la población.
Antes de adentrarnos en qué son los estándares de belleza y cómo pueden afectar a nuestro bienestar psicológico, debemos definir el concepto de belleza. Lo anterior resulta difícil, pues se trata de una apreciación subjetiva: lo que para alguien es bello, puede no serlo para otra persona. Sin embargo, a la hora de hablar de belleza física, se hace referencia a aquella que produce a la persona una sensación placentera a través de la vista.
Por su parte, los estándares de belleza son el conjunto de características o atributos físicos que la sociedad percibe como bellos y, por tanto, atractivos o deseables. Esto facilita que dichos estándares tengan una influencia directa sobre cómo nos sentimos con respecto a nuestros cuerpos y nuestro aspecto, afectando a nuestra vestimenta, la forma en la que nos peinamos o incluso nuestros hábitos alimentarios y de ejercicio físico.
¿Quién se ve afectado por los estándares de belleza?
La sociedad actual se caracteriza por una creciente exigencia sobre la estética e imagen corporal, en la que se presentan multitud de modelos de belleza masculinos y femeninos, determinados e impuestos socialmente y cambiantes en función del contexto y momento histórico y cultural. Mientras que la figura del hombre se asocia socialmente a una imagen de fuerza y potencia, la de la mujer queda relevada a la delgadez y la definición del cuerpo, quedando la identidad de las mujeres supeditada en gran medida a su apariencia física y siendo las mujeres las más afectadas por la presión por cumplir dichos cánones estéticos.
Por su parte, el género masculino no queda exento de estos estándares de belleza, pues como se explicaba anteriormente, el estándar social de belleza masculino también existe y es el de un cuerpo fitness: mesomorfo, sin grasa y atlético. El siglo XXI ha supuesto un hito en cuanto al cuerpo masculino y sus proporciones en la historia occidental, siendo hoy en día figuras de alta relevancia aquellos atletas, modelos y actores que poseen un cuerpo musculoso.
La imposición y consecuente internalización de estos estándares de belleza poco realistas, son clave a la hora de desarrollar insatisfacción corporal, así como problemas de autoestima, ansiedad y bajo estado de ánimo, mala relación con la alimentación y actividades deportivas, identidad… siendo esto corroborado por estudios recientes los cuales muestran un aumento de casos de trastornos de conducta alimentaria (TCA) en los últimos años entre adolescentes y jóvenes debido a la realidad sociocultural que estamos viviendo respecto a estos cánones de belleza, siendo las mujeres las más afectadas por estas problemáticas.
Los estándares de belleza a los que estamos expuestos hoy en día, aparecen en distintos contextos de nuestro día a día: medios de comunicación, revistas, televisión cine, publicidad y redes sociales entre muchos otros. La finalidad de estos es beneficiar económicamente a industrias relacionadas con la belleza y la moda a través de generar a la persona la necesidad de un producto o servicio que le acerque a dichos estándares.
¿Y ahora qué? ¿Body-positivity o Body-neutrality?
En los últimos años, se ha empezado a desarrollar una consciencia social acerca de los cánones de belleza y el impacto que tienen sobre nuestro bienestar físico y mental. Sin embargo, seguimos estando en mayor o menor medida rodeados de estos, y es que parece que aquellos que se benefician económicamente de los estándares de belleza no van a dejar de usarlos en el corto plazo.
Ante esto, han surgido movimientos sociales como el body-positivity, que promueve la idea de forzarnos a amar siempre nuestros cuerpos sin importar el tamaño, forma y apariencia de estos, con la consecuente presión que conlleva dentro de un contexto sociocultural que nos enseña a odiar determinadas corporalidades que se salen del estándar de belleza impuesto. Por otro lado, el movimiento body-neutrality, que surge como respuesta al anterior y defiende (cómo su nombre indica) un trato neutro hacia nuestra corporalidad, sin imponernos sentirnos siempre bien respecto a la estética de nuestro cuerpo ni favorecer un constante sobreesfuerzo por intentar modificarlo para cumplir con las expectativas sociales referentes al físico.
Teniendo en cuenta lo anterior, a continuación exponemos algunas pautas para practicar la neutralidad hacia nuestros cuerpos. Algunos puntos a tener en cuenta para esta práctica son los siguientes:
⦁ La manera en la que nos hablamos. Es importante ser conscientes de las formas en las que nuestro cuerpo funciona bien, diciéndonos, por ejemplo, “tengo unos brazos fuertes” o “mis piernas podrían caminar por horas”, sin embargo, es igual de importante reconocer cuando tu cuerpo no funciona de la manera en que nos gustaría en determinadas ocasiones y poniendo el hecho en contexto: “mis rodillas no se flexionan fácilmente, es esperable teniendo en cuenta que ayer hice un sobreesfuerzo”.
⦁ La manera en la que hablamos con otros. Puede parecer inofensivo señalarle a una persona lo alta, baja, gorda o delgada que es, sin embargo, este tipo de comentarios pueden afectar a la persona que los recibe. No conocemos cuál es el malestar o incomodidad que puede generar a otras personas y estamos otorgando excesivo protagonismo y valor a la corporalidad. Para practicar la neutralidad al cuerpo en compañía de otros, evita las conversaciones acerca de cuerpos o aspectos físicos. Podemos destacar en las personas muchas otras características reseñables, como la forma en que se comportan y cómo nos hacen sentir, las habilidades que tienen…
⦁ Cómo nos alimentamos. Para comer de una forma que sea neutral para tu cuerpo, céntrate en aquellas comidas que se adapten mejor a este y a tus gustos. Escoger alimentos que te sean fáciles de digerir y te aporten energía es la mejor forma de llevar a cabo esta práctica.
⦁ Cómo nos vestimos. Elige ropa que te sea cómoda y te guste. Tener en cuenta con qué te sientes cómodo o cómoda a nivel emocional puede ayudarte a tomar la mejor decisión a la hora de elegir tu vestimenta.
⦁ Ejercicio. El ejercicio es beneficioso para la salud. Elige cualquier práctica deportiva que te guste y disfrutes haciendo en vez de aquellos que te desagraden y realices solo por factores como el gasto calórico. Una vez te sientas cansado o sin energía, finaliza la actividad.
⦁ Cómo utilizamos las redes sociales. Estas pueden ser útiles a la hora de estar en contacto con amigos y a personas a las que queramos, sin embargo, si sigues cuentas que te hacen sentir mal contigo mismo/a y tu cuerpo, puedes dejar de seguirlas o silenciarlas en caso de que no quieras ofender a la persona.
Aunque al principio llevar a cabo este tipo de hábitos pueda ser costoso, poco a poco pueden ayudarnos a construir una mejor relación con nosotras mismas y nuestro cuerpo, por lo que te ánimo a practicarlos y empezar a disfrutar de los beneficios que pueden a portar a tu salud y bienestar.
Si te has sentido identificado con lo escrito te animamos a ponerte en contacto con ITACO, te acompañaremos en el proceso.
Referencias
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