¿Son las niñas menos inteligentes que los niños?
Las comparaciones entre géneros están presentes en nuestro contexto desde que somos pequeñas y la “inteligencia” es uno de los aspectos que más controversia genera ya que contamos con datos que sugieren que existen diferencias.
En esta entrada exploraremos en qué se basan esos datos y si realmente somos más o menos inteligentes que el género contrario.
Primero, ¿qué es la inteligencia?
Numerosos autores en psicología han descrito la inteligencia de múltiples maneras basándose en aspectos como el rendimiento escolar, la rapidez y fluidez verbal, la velocidad de procesamiento o la facilidad para adecuarse a contextos novedosos. En este caso, tomaremos la definición de Staats (1971), quien propone entender la inteligencia como una serie de conductas en forma de habilidades que permiten satisfacer las demandas del entorno de manera efectiva.
¿Cómo sabemos si alguien es más o menos inteligente? Técnicamente, deberíamos observar sus conductas y resultados durante un gran periodo de tiempo para poder valorar si son efectivas, pero en la práctica utilizamos los test de inteligencia. Estos test generan un resultado numérico, cuanto mayor sea la cifra, mayor “es la inteligencia”.
Si nos planteamos conocer qué población es más inteligente mediante el uso de estos test, podemos fijarnos en los registros de altas capacidades que proporciona el Ministerio de Educación y Formación Profesional. De acuerdo con los últimos registros (2019) sobre diagnósticos de altas capacidades, la respuesta al título sería un rotundo SÍ, las niñas serían menos inteligentes que los niños. Del total de menores detectados y diagnosticados en los colegios e institutos de España, la amplia mayoría (69%) son niños frente al 31% de niñas.

¿A qué se debe esta diferencia? ¿Qué está pasando?
Los primeros estudios sobre la brecha en el diagnóstico apuntaban a la diferencia intelectual entre sexos. (Nos imaginamos a los investigadores diciendo “si se diagnostican menos es porque son menos inteligentes, claramente, explicación sin fisuras”). Así, se entendía que las niñas y mujeres eran intelectualmente inferiores por motivos biológicos como las hormonas, la falta de cromosoma ‘Y’ o la estructura cerebral. Tras años de estudio analizando la anatomía y fisiología de mujeres y hombres, buscando la pepita de oro de la inteligencia en los cerebros masculinos, los científicos tuvieron que asumir que, por el momento, no hay evidencia de que exista una razón biológica que explique la diferencia en los diagnósticos de altas capacidades entre niñas y niños (García et al., 2019). De hecho, no existe evidencia más allá de la detección que señale diferencias de inteligencia entre sexos. No podemos concluir que haya un sexo más inteligente que otro.
De lo que sí tenemos evidencia es de que los niños y las niñas están sometidos a experiencias diferentes bajo un contexto que se comporta impregnado por los roles de género.
*Rol de género: podemos definir los roles de género como el conjunto de normas sociales, en forma de reglas, sobre el comportamiento de las personas pertenecientes al género masculino y femenino.

Históricamente, las conductas relacionadas con el talento, la inteligencia y el éxito profesional han estado ligadas al género masculino, así como las conductas relacionadas con los cuidados y la estética se han relacionado con en el género femenino. Y, ¿qué implica que estén relacionadas? Entre otras muchas cosas, que generemos expectativas e ideas al respecto y las transmitamos y que reforcemos conductas que encajen con nuestras ideas:
“¡Que listo es mi niño!” “¡Qué guapa es mi niña!” “Este niño es un cerebrín, llegará donde quiera llegar” “Mira qué contenta con su muñeca, será una gran mamá”.
De esta manera, las conductas relacionadas con la inteligencia son más reforzadas en niños mientras que son las conductas relacionadas con cuidados y estética las que se aplauden y señalan en las pequeñas (y en las adultas).
Igualmente, podemos observar que las “muestras de inteligencia”, perspicacia o lucidez pueden verse castigadas en niñas y mujeres con comentarios como “es una creída”, “le falta humildad” o directamente siendo desacreditadas y sufriendo mansplaining cada vez que muestran sus conocimientos.
Ya desde pequeñas les marcamos el camino de lo que se va a premiar y valorar a lo largo de su vida consiguiendo que se hagan a un lado, “aprendan su lugar” y ocupen siempre los mismos espacios.
Volviendo a la detección y a los datos preocupantes del Ministerio; sabemos que la detección se realiza en las aulas y hogares, y que para que se produzca es necesario que se muestren “conductas inteligentes”. Sí, justo esas que se castigan en niñas. Conductas como cuestionar los conocimientos adquiridos, criticar, preguntar en clase, debatir o mostrarse frustrada cuando no se está de acuerdo. Todas estas conductas relacionadas con el liderazgo y el pensamiento crítico van contra la “niña modelo”, el rol de niña calmada, tranquila y comprensiva que no desafía.
¿Qué termina ocurriendo? Que nos adaptamos, como ya comentamos en nuestro artículo “Adaptarse o morir” https://www.itacopsicologos.es/adaptarse-o-morir/
De esta adaptación surge el término “niñas camaleónicas” que nombra a aquellas niñas que son “lo suficientemente hábiles» como para ajustarse al comportamiento de su grupo social sin sobresalir. Para evitar las interferencias con las expectativas de los demás y lo que puede suponer para ellas el mostrar sus habilidades (preguntando, debatiendo, cuestionando), optarían por no destacar pasando inadvertidas en lo “intelectual” y académico para mantener un contexto cómodo y estable para la comunidad.
Si bien esta cualidad camaleónica se plantea por muchos autores como algo positivo, no podemos estar de acuerdo con que sea una ventaja. Que las niñas tengan que mostrarse inhábiles, torpes, poco inteligentes o inexistentes para poder vivir tranquilas no es más que otra forma de violencia que dificulta su desarrollo y autoconcepto.
Además de los roles de género, la falta de referentes y modelos femeninos “inteligentes” afecta a las niñas y adultas. El no tener referentes reduce las posibilidades de que consideremos que el éxito intelectual es posible en mujeres, en nosotras, influyendo así en cómo nos visualizamos a futuro o en qué trabajos queremos y creemos que podemos desarrollar. Por todo esto, si el contexto social no conoce y no está familiarizado con mujeres inteligentes, válidas y poderosas, es complicado que se planteen que existan niñas y mujeres con estas características.
Teniendo esto en cuenta, es sencillo comprender de dónde puede surgir la brecha en diagnóstico, incluso la idea general de que las mujeres somos menos inteligentes.
Para conseguir cambiar las cifras y equilibrar la balanza debemos hacer conscientes a nuestras niñas (y ser conscientes nosotras mismas) de su valía, de su poder, de su inteligencia y de todas las opciones que tienen a su alcance. Dejemos el camuflaje para las camaleonas.
Referencias
García, R., Inmaculada, P., González, C., & Cebrián Martínez, A. (2019). Alta Capacidad Y Género: La Autoestima Como Factor Influyente En Las Diferencias Entre Sexos High Abilities and Gender: a Self-Esteem As an Influential Factor in the Differences Between Sexes. Contextos Educ, 24, 77–93. http://doi.org/10.18172/con.3934
Ministerio de Educación y Formación Profesional (2019) Estadísticas de las enseñanzas no universitarias.
Staats, A. W. (1971). Child, learning, intelligence and personality: Principles of a behavioral interaction approach. New York: Harper and Row.
Escrito por Julia Cebrián Abad