Persona Altamente Sensible (PAS) ¿Se nace o se hace?
En un mundo donde a las personas nos resulta agradable poder clasificarnos en categorías, donde poner un nombre a un conjunto de fenómenos nos proporciona una sensación agradable y alivia nuestra incertidumbre… surge la etiqueta “Persona Altamente Sensible” (PAS) que probablemente conozcas o con la que puedes haberte sentido identificada en algún momento.
El primer problema que nos encontramos es que resulta muy difícil poder definir y medir la “profundidad” con la que se procesa la información, así como la “sensibilidad” de las personas, pues “ser sensible” tiene significados muy diferentes dependiendo de la cultura y aprendizajes de cada persona.
¿A qué se refiere el término “persona altamente sensible”?
“Necesito retirarme en días muy estresantes”, “me angustio o me irrito fácilmente cuando la gente me pide que haga varias cosas a la vez”, “intento no cometer errores”, “tengo mucha vida interior”, “me agobio cuando tengo que hacer muchas cosas en poco tiempo”, “los cambios me agobian”, “tiendo a ponerme nerviosa cuando hago algo siendo observada o compitiendo, y ello facilita que mi ejecución sea peor”… son algunas de las afirmaciones que se asociarían a la “alta sensibilidad”.

La etiqueta “persona altamente sensible” (PAS), es el nombre que se le pone a un “rasgo de personalidad” (es decir, tendencia a responder de la misma manera ante diferentes situaciones) y que describe un conjunto de comportamientos como los siguientes:
– Tendencia a experimentar reacciones emocionales intensas (agradables y desagradables).
– Elevada hipervigilancia ante cambios o estimulación nueva.
– Tendencia a evitar actuar ante situaciones poco conocidas o poco controlables.
– Elevado “perfeccionismo”: facilidad para identificar errores y poner en marcha acciones dirigidas a evitar cometerlos.
– “Procesamiento profundo” de la información y tendencia a reflexionar mucho sobre las cosas.
– Mejor ejecución en tareas que requieren de atender a detalles.
– La cafeína te afecta con facilidad (a no ser que estés habituada a ella).
– Tiendes a ser una persona “matutina” (aunque muchas personas altamente sensibles también son “nocturnas”)…
Pero… ¿quién no se sentiría identificada con estas situaciones? ¿no es cierto que resultan afirmaciones muy generalistas, habituales en el día a día de las personas y poco adaptadas a las circunstancias vitales e historia de cada persona?
¿Nacemos siendo “altamente sensibles” o aprendemos a comportarnos así?
En palabras de la propia autora de este término: “Si eres altamente sensible, hay algo en ti que te diferencia de los demás desde que naces”, “eres un tipo de ser humano muy especial”, “eres capaz de identificar pequeñas sutilezas que otras personas no podrían”. Suena bien, ¿verdad?
Pero… ¿Siempre reaccionas y te comportas exactamente de la misma manera independientemente circunstancias y momento? ¿puedes recordar alguna situación ante la cuál tu comportamiento no haya sido el esperable y acorde a la etiqueta “altamente sensible”?
A las personas, por lo general, nos resulta realmente agradable poder poner un nombre a nuestra realidad. Es también muy agradable pensar que somos “especiales y diferentes a los demás”, “que hemos nacido con habilidades que otras personas no poseen” para poder dar una explicación a nuestra realidad. El término “altamente sensible” nos permite encontrar una fácil supuesta explicación a, entre otras cosas, “por qué experimentamos emociones intensas” o “por qué tendemos a darle vueltas a las cosas con mayor frecuencia e insistencia que otras personas” entre otras, atribuyéndolo a algo interno con lo que nacemos y que no podemos cambiar.
Pero hemos asumido erróneamente que estas etiquetas son la explicación de nuestro comportamiento, considerando erróneamente que “somos” así y lo “seremos”, que nacemos y seguiremos siendo “altamente sensibles”, cayendo así en lo que se conoce como razonamiento circular.

Pero, ¿ante qué situación y para qué estoy reflexionando tanto?
¿Es quizás la estrategia que he aprendido a poner en marcha ante la incertidumbre de no tener respuestas?
¿La gente con la que me he relacionado y junto a la que he crecido solía reflexionar mucho y/o considerarlo como una buena estrategia?
¿Cómo me siento cuando me estoy ante una situación que no comprendo o no controlo?
¿Reflexionar mucho me permite llegar a conclusiones y aliviar mi malestar?
¿La gente de mi entorno lo considera como algo bueno?
¿Me resulta agradable dar vueltas a las cosas y jugar con diferentes ideas y matices?
Nos resulta mucho más difícil, desagradable y costoso identificar lo que explica que hayamos aprendido a comportarnos como lo hacemos, los factores que explican nuestro comportamiento y reacciones en cada situación y asumir el coste de establecer cambios o aprender nuevas estrategias en caso de ser necesario.
¿No resulta también curioso que la “alta sensibilidad” se suela asociar a las mujeres con mayor frecuencia?
A pesar de que se ha considerado que cualquier persona puede “nacer altamente sensible”, curiosamente las mujeres son quienes se han asociado con más frecuencia a este tipo de comportamientos, y los hombres (especialmente aquellos pertenecientes a culturas consideradas más patriarcales) los que tienden a mostrar muy pocos o ningún comportamiento acorde a la “alta sensibilidad”.
¿Cómo puede ser entonces posible esto si se supone que, independientemente de nuestro género, todas las personas podemos “nacer” con el rasgo de la alta sensibilidad? El contexto sociocultural, los roles y socialización de género, todas y cada una de nuestras múltiples vivencias… son las que también facilitarían que las mujeres hayan aprendido con mayor probabilidad a comportarse de forma “sensible”. Son algunos de los factores que realmente explican que algunas personas aprendamos a comportarnos y sentir de manera “altamente sensible”.
¿Quiere todo esto decir que “no existen las personas altamente sensibles”?
Por supuesto que la forma en que te sientes y actúas es real y coherente con toda tu historia de aprendizaje y contexto. Podemos “ser sensibles”: experimentar emociones intensas con frecuencia, reflexionar mucho y con “profundidad” sobre muchas cuestiones, identificar y tratar de evitar cometer errores en muchas situaciones, sentirnos abrumadas ante los cambios y exceso de estimulación… pero la explicación nunca estará en el nombre “PAS”. Podemos reconocer, validar y normalizar la sensibilidad de las personas sin necesidad de recurrir a etiquetas en las que encasillarnos.

Necesitamos sobre todo comprender “por qué” y “para qué” nos comportamos y reaccionamos como lo hacemos en diferentes situaciones. No es suficiente con “bautizar” a nuestros pensamientos, emociones y acciones, sino que necesitamos conocer:
– Ante qué situaciones aparecen: ¿Reaccionamos siempre exactamente igual ante todo tipo de situaciones y momentos? cuando hay mucho ruido en mi entorno, cuando observo un cuadro, cuando hago tareas de diferentes tipos, cuando interactúo con diferentes personas…
– Bajo qué circunstancias me encuentro cuando se da la situación: ¿reacciono de la misma manera si hay otras personas observándome y evaluándome cuando me enfrento a una tarea? ¿me comporto exactamente igual ante todos los cambios, si la tarea es nueva o si ya estoy familiarizada con ella? ¿y si estoy más apática o si he dormido peor ese día?
– Qué pienso: ¿Anticipo algo desagradable como “no sabré hacerlo” o “seguro que va a afectarme mucho”? ¿Considero que “debo” realizar todo “bien” las tareas y sin cometer errores? ¿doy muchas vueltas a las cosas en búsqueda de posibles explicaciones o soluciones? ¿reflexiono mucho sobre lo que me ocurre en mi día a día?
– Qué siento: ¿Qué sensaciones experimento ante las diferentes situaciones? ¿siempre experimento sensaciones intensas independientemente de la situación y circunstancias en las que me encuentro?
– Qué hago: ¿reviso las tareas en búsqueda de los posibles errores que haya cometido? ¿pongo toda mi atención en los pequeños detalles y les dedico un tiempo excesivo? ¿evito interactuar o llevar la iniciativa en una conversación? ¿evito hacer una tarea hasta estar segura del todo de que podré hacerla bien?
– Qué consecuencias tiene todo ello de forma instantánea: ¿Siento una sensación de alivio cuando reviso las tareas múltiples veces para evitar cometer un error? ¿siento una sensación agradable al reflexionar sobre las cosas que me ocurren y al llegar a conclusiones? ¿cómo reaccionan las personas de mi entorno?
– Con qué frecuencia, duración e intensidad ocurre esto, cómo interfiere en mi día a día…
Es perfectamente posible que te sientas identificada con muchos de los comportamientos comentados y, a pesar de ello, experimentar bienestar y una buena adaptación a tu entorno.
Sin embargo, si sientes que alguno de todos estos comportamientos o emociones intensas pueden estar interfiriendo en tu día a día o tienes dudas al respecto, te invitamos a ponerte en contacto con nuestro equipo de profesionales para poder ayudarte a identificar las causas de tu malestar, buscar las soluciones que mejor se adapten a ti y acompañarte en el proceso para alcanzar tus objetivos y bienestar.
Escrito por Marina Cordero
Referencias Bibliográficas:
Aron, E. (1998). The highly sensitive person: how to thrive when the world overwhelms you. New York, Three Rivers Press.
Hellwig, S., & Roth, M. (2021). Conceptual ambiguities and measurement issues in sensory processing sensitivity. Journal of Research in Personality.
Hilde, T., Frode, V., y Reidulf, W. (2022). High Sensitivity: Factor structure of the highly sensitive person scale and personality traits in a high and low sensitivity group. Two gender—matched studies. Nordic Psychology.
May, A.K., Norris, S.A., Richter, L.M. et al. (2022). A psychometric evaluation of the Highly Sensitive Person Scale in ethnically and culturally heterogeneous South African samples. Curr Psychol 41, 4760–4774.