Pensamientos negativos en el trabajo
“Acaba de empezar y ya se ha torcido el día”; “no voy a estar a la altura”; “seguro que esta idea ya la ha tenido alguien antes”. Tal vez alguna de estas ideas te resulte familiar. Según un estudio llevado a cabo por el equipo de Martin Sauerland en la Universidad de Coblenza-Landau desde 2012, con más de 600 personas encuestadas, casi el 90% reconocieron haber tenido en alguna ocasión pensamientos que podríamos denominar “cogniciones disfuncionales” en relación a su trabajo.
¿Qué son las cogniciones disfuncionales?
Las personas, gracias a nuestra capacidad para pensar, tendemos espontáneamente a generar ideas sobre el mundo, sobre nosotros o lo que ocurrirá. Generalmente se trata de elaboraciones verbales: conjuntos de enunciados que constituyen los discursos que, a su vez, nos dicen quiénes somos, qué elementos integran nuestra realidad y qué cosas podrían ocurrir en ella. Sin embargo, no siempre estas ideas describen la realidad de un modo realista o positivo para nosotros.
Aunque el debate en torno a la realidad del pensamiento es antiguo, a mediados del siglo XX dos autores, Beck y Ellis, hablaron de forma pionera de lo que llamaron “pensamientos irracionales”. Planteando, además, una alternativa terapéutica, la reestructuración cognitiva, basada en la ironía y mayéutica socráticas.
La idea central de la teoría es que aquello que pensamos sobre lo que ocurre, y no los hechos mismos, es lo que determina cómo nos sentimos -algo ya presente en la filosofía estoica. Pero eso que pensamos, esos enunciados, puede presentar alteraciones con respecto a lo que describe y generar emociones muy negativas.

Las cogniciones disfuncionales, pensamientos irracionales o, de forma más coloquial, pensamientos negativos, son aquellas ideas que se han alejado de la realidad en términos negativos, generándonos emociones desagradables e impidiéndonos afrontar situaciones. Existen diversas clasificaciones de las más habituales, pero generalmente se pueden agrupar en patrones de pensamiento que
- exageran
- extraen conclusiones de forma errónea
- plantean los hechos de forma dicotómica
- generalizan
¿Cómo me afectan en el día a día en el trabajo?
El impacto de los pensamientos irracionales puede tener lugar en todas las áreas -la relación entre cogniciones irracionales y conductas depresivas está bien documentada- pero, de forma más específica, en el trabajo se ha asociado a una mayor probabilidad de experimentar estrés, lo que a su vez se refleja en:
- un menor rendimiento
- el aumento del absentismo y del presentismo
- una mayor resistencia a los cambios
Pongamos algunos ejemplos: si tengo que realizar una propuesta ante un equipo nuevo y pienso que no voy a saber expresarme bien, que mis ideas no son originales y que haré el ridículo, probablemente experimente angustia ante el hecho, trate de evitarlo todo lo posible y, cuando me vea en la situación, me desempeñe peor. Si, por el contrario, pienso de una forma más realista que no puedo anticipar cómo va a ir, pero que lo haré lo mejor que sé y que tal vez mis ideas gusten, afrontaré la tarea con más calma, lo que me permitirá rendir mejor.

Al reencuentro con la realidad
Entonces, ¿cómo debemos actuar ante la sospecha de estar pensando de manera disfuncional?
- El primer paso será identificar los enunciados que están generándonos malestar en una situación. En algunas ocasiones es posible que sean varios, que aparezcan mezclados y esta resulte una tarea complicada, pero deteniéndonos a examinar qué pensamos de un evento, intentando desgranarlo en proposiciones y anotándolas nos será más fácil aislar las creencias.
- A continuación trataremos de generar una cierta distancia con respecto a nuestras ideas: no todo lo que pensamos es verdadero, permitámonos cuestionarlo. Planteemos las cosas en términos de probabilidad y no de certeza.
- Una vez aceptamos que las cosas podrían no ser como creemos, busquemos el nexo con la realidad, las evidencias que sostienen o derrumban esas creencias que hemos decidido cuestionar. Recopilar datos objetivos, plantearnos la hipótesis desde otra óptica o consultar con personas de nuestro entorno son estrategias útiles para averiguar si lo que pensamos se acerca más o menos a la objetividad.
- Reformulemos la idea original: probablemente habremos hallado información para transformar el enunciado fuente de malestar en otra idea diferente, más ajustada a la realidad y mejor en términos emocionales y de afrontamiento.

¿Son irracionales todos los pensamientos negativos?
Cuando identificamos el discurso que origina nuestro malestar se nos plantea la posibilidad de trabajar sobre él de la forma que acabamos de ver. Usualmente los pensamientos que nos generan un malestar intenso y una dificultad en el afrontamiento de situaciones están alejados de la realidad.
No obstante, en ocasiones esa emoción desagradable es el producto de la descripción ajustada a una realidad que es objetivamente negativa. En estos casos, someter a esas ideas a este proceso nos devolverá de nuevo el mismo discurso, con la certeza, esta vez sí, de estar pensando de forma racional.
Cuando las emociones descansan en realidades objetivamente aversivas cumplen una función de adaptación . Nos llevan a operar cambios en esa realidad o a la búsqueda de un nuevo escenario. Por ejemplo, ser consciente de que mi discurso en torno a cómo me siento en el trabajo es objetivo podría ayudarme a tomar la decisión de cambiar de entorno laboral, a solicitad una mejora en mis condiciones o a proponer cambios que me lleven a sentirme mejor con mis funciones o con mi equipo.
Cuándo buscar ayuda profesional
La amplitud, profundidad y resistencia de los discursos disfuncionales varía, tratándose de algo adquirido, en función de nuestra historia de aprendizaje. Algunas personas experimentarán más dificultades que otras para trabajar en sus pensamientos e, incluso, una misma persona puede encontrar más complejo hacer este ejercicio con las ideas relativas a un área de su vida que con las de otra.
Como idea general, cuando la persistencia de los pensamientos es muy elevada y el malestar nos impide distanciarnos de ellos, la mejor opción es que acudamos a alguien con la formación adecuada para ayudarnos en este proceso. Si llevamos tiempo acusando malestar asociado a nuestro trabajo, pérdida de la motivación, disminución del rendimiento o incapacidad para afrontar tareas, la atención psicológica nos orientará en la búsqueda de la solución.
Escrito por Aitana Segovia
Para saber más:
Terapia cognitiva de la depresión
Beck, A.T, Rush, A.J., Shaw, B. F. y Emery, G. (1983). Bilbao: Desclée de Brouwer (original, 1979).
Razón y emoción en psicoterapia
Ellis, A. (2008) Bilbao: Desclée de Brouver. Biblioteca de Psicología (original, 1962).