En busca del «orgasmo perdido»: ¿Una meta o una consecuencia?
El título de este blog podría ser perfectamente una secuela de Indiana Jones y tendría todo el sentido: nuestro protagonista tratando de alcanzar un valioso tesoro escondido. Una aventura motivada por…¡encontrar lo que muchas otras personas desean! Llena de obstáculos, de “ay, casi”, de incertidumbre y expectativas rígidas. Hasta que NUESTRO PROTAGONISTA FAVORITO LO VUELVE A CONSEGUIR.
Pero, ¿qué pasaría si no fuera así?
Pues precisamente ese final alternativo es el que lleva a muchas personas a consulta. Si no he sido capaz de “alcanzar un orgasmo” en toda mi vida erótica o con mi pareja actual, ¿estaré mal?
Claro, es que si nos paramos a pensar…¿En algún momento de la peli, Indiana Jones se para a contemplar el paisaje? ¿Tomarse un descansito? ¿Beber una taza de té mientras tiene una conversación distendida? Aparentemente toda acción va dirigida a la consecución de una meta: alcanzar el ansiado tesoro sin pensar en ninguna otra cosa. Y más adelante abordaremos esta cuestión.
Empezaron a considerarse las dificultades en el orgasmo como una cuestión a tratar a partir de las investigaciones de Masters y Johnson (1966) sobre la respuesta sexual humana y su propuesta como una fase independiente de la excitación: que hubiese un orgasmo o no empezó a ser un indicador absoluto de la satisfacción de los encuentros eróticos (Ortega y Santacruz, 2019*).
Ahora bien, ¿cómo es posible saber si se trata de una experiencia compartida? ¿Todas las personas lo experimentamos igual? A menudo, podemos escuchar relatos u observar encuentros en el porno que nos hacen imaginarnos cómo debe ser: Una descarga de tensión, una explosión. Pero es difícil poder describir un fenómeno así teniendo en cuenta que se trata de una experiencia individual y por tanto, subjetiva. Se podría decir que a menudo andamos buscando el mismo tesoro porque leímos o nos dijeron que se acompaña de tensión y contracciones involuntarias intensas en distintos grupos musculares (tanto en lo que se refiere a nuestros genitales como a otros en otras partes de nuestro cuerpo), aumento de la tasa respiratoria o del latido del corazón.

Pensamos que “ESO ES”. Nos ponemos entonces el sombrero de exploradorxs empezamos a observar cómo van cambiando nuestras sensaciones. Con los “uy, parece que ahora sí”, “¡No, no, no! Ahora lo pierdo”, “¿Cómo puedo volver a sentir eso?”
¿Una consulta mucho más frecuente en personas con vulva?
Las dificultades asociadas a la experiencia del orgasmo son más prevalentes en personas con vulva (aunque no es exclusiva de ellas, también se trata de una experiencia con la que pueden llegar a consulta personas con pene). Puede ser interesante preguntarnos por qué.
Los encuentros eróticos se han centrado en los heterosexuales y estos a su vez, se han centrado en el modelo de cópula. Es decir, la función de los encuentros eróticos ha sido exclusivamente reproductiva. Así, se había estipulado culturalmente que el encuentro terminaba con la eyaculación masculina: “preliminares – penetración – eyaculación – y ya”. Como os podéis imaginar, los placeres y los orgasmos de mujeres en este modelo eran prescindibles.
El descubrimiento del orgasmo como fase independiente independientemente de la respuesta sexual abrió una nueva posibilidad: existe una experiencia disponible para aquellas que por el modelo de la cópula no se les había mostrado esa opción. Parece que renunciar a iniciar el viaje en busca del orgasmo es una “locura”.
Es genial descubrir que es una alternativa disponible muy apetitiva pero no tiene por qué ser LA ALTERNATIVA. Estaríamos cayendo en reproducir las mismas jerarquías que nos proponía el modelo de la cópula (todo lo que hacemos es dirigido a un fin: competitivo, reproductor y de rendimiento).
Al Vernacchio nos hablaba en una charla TED de esto:
https://www.ted.com/talks/al_vernacchio_sex_needs_a_new_metaphor_here_s_one
Lo que nos propone Vernacchio es un modelo nuevo de entender la exploración de nuestra erótica: un modelo que se basa en la exploración de las prácticas, nuestros deseos y los distintos placeres sexuales que podemos alcanzar en el que el orgasmo es una posibilidad más (¡Y bienvenido será!). No es una cuestión de “renuncia”.
En ¿Practicas buen sexo?: Cómo lograr una sexualidad feminista comenta que «una sexualidad fuera del orgasmo sea válida no implica que cuando las mujeres no logran un orgasmo, no importe…Que esto no nos sirva para resignarnos a una sexualidad sin orgasmos». No es que tengamos que renunciar al orgasmo, es que quizás en la no búsqueda activa podemos darle un valor a los placeres que nos pueden aportar otras prácticas diferentes a las “estipuladas” en el modelo tradicional.
¿Qué pasaría si no viviéramos nuestra sexualidad como forma de llegar lo más rápido posible al orgasmo? ¿Lo podríamos disfrutar más?

Ideas para disfrutar de la travesía: un viaje de autoconocimiento
A continuación se sintetizan algunas ideas que se recogen Ortega y Santacruz (2019):
- Aprende sobre la diversidad: Parece una obviedad pero vivimos en un mundo diverso en: nuestra anatomía genital, nuestra respuesta de excitación, la estimulación y excitación óptima, nuestros deseos y la forma preferente de los encuentros eróticos. La información es poder.
- Entrena en Kegel: los ejercicios de Kegel nos permiten entrenar los músculos del suelo pélvico. Nos permite mejorar la percepción de sensaciones placenteras.
- Conócete, explórate: Esto es habituarse a nuestro cuerpo, familiarizarse con él y tratar de tener experiencias agradables en nuestra interacción con él. Por ejemplo, si apenas conozco mis propios genitales puede ser buena idea familiarizarse con ellos. Cuando ya nos hemos acostumbrado, podemos empezar a estimular, acariciando esa zona sin más intención que la de vivir una experiencia agradable y pudiendo convertirse en algo excitante después. Evidentemente esto es algo que se ha de hacer de forma progresiva, de lo que nos genera menor malestar a lo que más. Y es preferible que lo hagamos de la mano de una profesional de la Psicología.
- Impulsa tu crecimiento erótico: parecido a lo que acabamos de comentar, puede ser toda una aventura indagar sobre nuestras fantasías y las sensaciones que nos generan. Para ello, podemos utilizar bibliografía erótica que nos permitan construir situaciones en las que exploramos cómo deseamos ser estimuladas, qué estímulos aportan excitación…En definitiva, aprender qué nos gusta para comunicarlo (al resto y a nosotras mismas).
- Autoestimúlate (mastúrbate): puede ser a solas o con otra persona. En todo caso es súper útil para conocer nuestra estimulación óptima. En el aprendizaje podemos contar con diversos recursos…¡Creatividad! Podemos leer sobre las experiencias de otras personas acerca de sus sensaciones, acudir a libros o vídeos explicativos, usar juguetería erótica, recurrir a las fantasías que hemos creado, etc.
- Pensar en el placer del otro está bien pero ¿Qué hay de mí? No significa que durante nuestros encuentros con otras personas no pensemos lo que está sintiendo la otra persona. Puede ser algo muy excitante. Ahora bien, podemos dirigir esos pensamientos a lo que nos está haciendo sentir, montarnos una peli de lo que está pasando en ese momento e intensificar el placer, dejándonos llevar.

Y, ¿si nada de esto me sirve para disfrutar de mi sexualidad?
Nuestra principal recomendación es que pidas ayuda a una profesional de la psicología. Puede ayudarte a descubrirte y aprender una nueva forma de relacionarte con tu cuerpo.
Escrito por Ángela Sanz García