Decidir
Del lat. decidĕre ‘cortar’, ‘resolver’.
Decidir es una tarea que en muchas ocasiones nos puede traer de cabeza. No todas las personas tenemos problemas para decidir, no todas las decisiones tienen el mismo grado de dificultad y de riesgo y no todas las personas entendemos lo mismo por dificultad y riesgo por tanto y una vez más, veremos que donde se dan los problemas es en la combinación “persona X situación”
Combinación 1:
Amalia, 87 años. Por razones que no vienen al caso no ha comprado chicles desde 1989 cuando básicamente había que elegir entre fresa, menta o clorofila. Ella siempre ha sido más de menta aunque a veces intercalaba algún que otro chicle de clorofila. Fresa no. No le gusta la fresa. Ayer Amalia volvió a ir a comprar chicles a la gasolinera de su pueblo y, para no teneros en ascuas iré directa al final: veinticuatro horas y tres turnos de trabajadores después sigue delante del stand incapaz de elegir un paquete. Se ha encontrado más de veinte posibilidades distintas, algunos sabores ni si quiera tienen nombre (estos los descartó en segundo lugar, los de fresa los primeros)

Combinación 2:
Laura, 37 años. Es policía en el pueblo y le han llamado para ver si podía hacer algo. Ha sacado a Amalia de la gasolinera y le ha preguntado qué le pasaba. Amalia ha dicho que sólo quería un paquete de chicles de menta, bueno, en realidad no sabía si menta o clorofila y le ha contado su historia con los chicles a Laura, la que hemos dicho que no venía al caso. Laura ha entrado de nuevo, ha cogido un paquete de chicles de menta (el más barato y que a ella le parecía que era menos moderno) se lo ha dado a Amalia y se han vuelto cada una a sus respectivos quehaceres.
Combinación 3:
Laura está en la comisaría rellenando unos informes pero no se concentra porque tiene la cabeza en otro lugar. Su pareja le ha insistido en que decida ya si va a querer o no tener hijos. Su pareja sí quiere pero ella no lo tiene claro y después de diez años de relación necesita una respuesta. Y Laura no la tiene.
Podríamos seguir imaginando combinaciones y combinaciones y aun así sería difícil llegar a idear algo así como un recetario de qué hacer en cada una de ellas. Podemos trazar algunas líneas de las combinaciones más frecuentes y para decidir cuáles son éstas nos vamos a la etiología.

Los problemas de resolver
Resolver 1. Muchas veces el problema deviene de la enorme cantidad de opciones disponibles por lo que resolver cuál es la buena requeriría de tantas matrices de pros y contras que nos tendría, como a Amalia, en estado de bloqueo. Resolver es encontrar la solución a un problema y la solución buena suele ser única, ¿con qué criterio se pueden ir eliminando opciones “incorrectas”? Una vez Amalia ha desechado lo que para ella claramente era “malo” se ha quedado sin más guías con las que seguir.
Resolver 2. Otras veces el problema se debe a que tratamos de decidir entre opciones que implican cambios importantes, como le pasa a Laura con su pareja. De nuevo vemos que hay un problema que resolver y de inmediato nos podemos a buscar una solución. Y de nuevo… no la hay.
Los problemas más frecuentes de decidir entendido como resolver es que nos tomamos la vida como si fuera un examen tipo test en el que una de las opciones es la buena mientras que las otras nos restan puntos. Pero eso no es la vida. No acertamos y erramos de esa manera. No tenemos los datos, no hay una sola opción buena, a veces no hay ninguna, a veces son todas.
Los problemas de cortar
Durante diez años Laura y su pareja han vivido posponiendo una decisión importante, tomarla era cortar con una situación, decida lo que decida. Al elegir no sólo escogemos qué quedarnos sino también con qué no. ¿Y si me arrepiento? Es una de las preguntas que más nos hacemos. No nos damos cuenta de que siempre nos podemos arrepentir, porque no depende de lo que decidamos sino de si somas personas “de las que se arrepienten”. Es decir, si una vez tomada una decisión nos dedicamos a recordar los pros de la otra opción obviamente nos arrepentiremos. Pero todas las opciones tenían pros y contras (si no, no hubiera sido un problema decidir) por tanto, arrepentirse no depende de si decidimos “bien”.
No se trata de elegir la opción buena sino de hacer buena la opción elegida.
Os dejo un enlace para ver una charla TED muy interesante sobre este tema: