Ansiedad (Parte 2)
Seguimos analizando el proceso de la ansiedad y algunas de las respuestas más habituales.
Como vimos en la entrada anterior, cuando sentimos ansiedad el cuerpo se prepara para dar una de las dos respuestas siguientes: lucha o huida. En el ejemplo de nuestros ancestros es bastante fácil comprender a qué nos referimos; sin embargo, en nuestro modo de vida actual hay muchas maneras en las que podemos llevar a cabo estos comportamientos. Veamos algunos:
HUIDA
1- Huida Clásica:
Evitar (o intentarlo) aquellas situaciones que me producen ansiedad. ¿Conducir?, ¿hablar con otras personas?, ¿preguntar una duda en clase?, ¿el transporte público? Hay infinidad de posibilidades. Esta opción proporciona una reducción de ansiedad en un primer momento (si “me da” ansiedad el metro, no lo cojo. Fin de la ansiedad) y hace que la próxima vez que nos encontremos en dicha situación sintamos igual o mayor nivel de ansiedad. Si vivimos en una localidad donde no hay metro y una vez al año vamos a una que sí lo tiene, evitar cogerlo quizá sea la opción más adecuada. Pero si no coger el metro implica tardar una hora más en los trayectos habituales quizá sea mejor plantearse otras respuestas.

2- Huida Simbólica:
Distraerse mientras estamos en la situación de ansiedad. Como el cuerpo no sólo reacciona a lo que sucede en el exterior sino también a lo que imaginamos, pensamos y recordamos, podemos evitar la ansiedad prestando atención a otras cosas. Por ejemplo estar en el metro viendo en el teléfono el último capítulo de nuestra serie preferida con los auriculares al máximo volumen, dejaríamos de prestar atención al metro por lo que experimentaríamos menos activación.
3- Huida Ayudada:
¿Ayudada por qué? Por agentes externos que producen una reducción de la respuesta fisiológica. Los ansiolíticos. Medicamentos, alcohol, algunas drogas cuyo efecto produce una desactivación del protocolo de emergencia. El problema fundamental de esta opción es que si creemos que necesitamos algo para afrontar la ansiedad será más probable que usemos ese algo cada vez que nuestro sistema se active.
LUCHA
Luchar contra un león no parece una buena idea aunque a veces no había más opción. Afortunadamente lo que nos produce ansiedad hoy en día no es encontrarnos inesperadamente con un depredador gigante ni la única forma de lucha es la pelea.
Lo primero es saber qué nos está produciendo ansiedad.
Situación 1: la ansiedad condicionada o asociada
Podemos sentir (por ejemplo) que los exámenes nos producen ansiedad. A veces es así y el hecho de entrar en un aula de examen hace que la activación se dispare. Es una situación que ha quedado asociada a la ansiedad y aunque nos sepamos el examen de memoria, y aunque la nota final no cuente, sentiremos esa ansiedad.
En estos casos las situaciones se han condicionado igual que un perfume se ha quedado asociado con una persona y cuando huelo a mi amiga X me acuerdo de mi ex Y. Si X sigue usando este perfume y si yo sigo expuesta a este olor repetidas veces, llega un momento en que la asociación se rompe y X podrá seguir usando el perfume sin que yo me acuerde de nadie.
Según el grado de ansiedad que sintamos, la habilidad con la que sepamos manejarla (técnicas de afrontamiento, de reducción de activación…) puede ser conveniente consultar a profesionales de la Psicología.

Situación 2: la ansiedad útil
Siguiendo con el ejemplo del examen, el cuerpo responderá objetivamente cuando éste sea importante y no lo haya estudiado bien. Entonces la ansiedad es una señal de aviso que dice “PELIGRO, SE ACERCA UNA SITUACIÓN DE RIESGO”. En este caso la lucha implica responder a la demanda (ponerse a estudiar en este caso). Si en lugar de prepararnos para la situación temida sólo tratamos de reducir la ansiedad es probable que: a) suspendamos el examen y b) los exámenes queden asociados a la ansiedad (Situación 1)
Situación 3: la ansiedad subjetiva
En muchos casos nuestro propio pensamiento tratando de mantenernos a salvo nos juega malas pasadas. Nos hace anticipar situaciones catastróficas, terribles, nos hace ver más peligro del que hay o vernos con menos capacidad para afrontarlo de la que tenemos. En este caso podemos luchar contra estos pensamientos modificando la manera en que interpretamos las situaciones para que se ajusten más a la realidad. La Psicología dispone de técnicas efectivas y eficientes que nos ayudan a mantener una perspectiva más objetiva de la realidad de modo que podamos encuadrarla en una de las opciones anteriores (situación 1 y situación 2) y afrontarla de la mejor manera posible.
Como hemos visto, la ansiedad es un proceso que nos ayuda a sobrevivir y que a veces puede también darnos problemas. La buena noticia es que esos problemas tienen solución: existen técnicas para modificar la manera en que la afrontamos de manera que podamos aprender a hacer un uso adecuado de la ansiedad cuando sea necesario, a reducir la intensidad del malestar y a romper con el círculo vicioso de “la ansiedad genera más ansiedad” cuando éste sea el problema. Las y los profesionales de Psicología enseñamos y ayudamos a entrenar todas estas técnicas para un manejo óptimo de la ansiedad.
Para más información, podéis leer “¿Qué es la Ansiedad?”
Publicado por Isabel Ávila
